No sé a quién contarle estas cosas, ya que el estado de mi espíritu es especial, pero necesito una persona a quien hacer mis confidencias. A un doctor le tengo que pedir consejo. Encima ya no sé lo que me proponía decir, olvido lo esencial y me acuerdo de lo accesorio, es el estado de mi ánimo y pienso que hay algo en mi que se rebela contra la sinceridad. Es probable que alguien me tome por desequilibrado, un vulgar desequilibrado, seguro lo pensaran con lástima. Posiblemente es que vivo retraído, lo que quiero ahora son los contertulios. El desdén que tengo por ciertas gentes procuro dorarlo con cortesía.

Voy poco a poco quitándome de lo moderno. Lo que si siento es la historia. A veces me siento desterrado del mundo actual. No vivo el mundo actual, ni el presente. No encuentro gusto a las cosas de moda. ¿Habrá obrado este fenómeno la edad, la longevidad?. El provecto evoca con cariño los tiempos pasados y se aleja de los presentes. Ppodría ser la edad, habrá que consultarlo con el doctor, mi amigo entrañable de una ecuanimidad inmaculada. Vaya a ver a mi amigo, es poeta y este hombre con sus poesías es un mundo encerrado en un ser. Llego a su casa y el poeta está en la ventana que da a el campo, él puede estar alegre o triste, pero siempre esta alegre, su sensibilidad es extrema, si tiene matices de dolor no lo percibimos. Este poeta-escritor es moderno y vive siempre es un ambiente de eternidad. Es sencillo en su vida, ni le importan las pompas, sabe conservar el dominio de sí mismo, y su vida queda como un símbolo de modelo por su cortesía, modestia, generosidad, pureza de costumbres, exquisitez de maneras, amor al silencio, a los estudios y a la casa, desprecio a la exterioridad y, sobre todo, por el sentido digno de recogimiento, que no le permite confidencias con el público.

Gloria, pues, a las virtudes de mi amigo que reivindican las aspiraciones de toda una categoría de personas beneméritas' de la ciencia, de la cultura y del arte en todo el mundo.

En estos momentos de meditación, junto a la ventana, la vista del poeta-médico se esparce distraídamente por el paisaje. La ventana da al campo y como en los cuadros antiguos, existe en la lejanía una montaña azul, a veces tiene conciencia de lo que sus ojos miran, y otras mira sin ver. Algunos creen que ser viejo es una desgracia y no es así, ya que no llegar a viejo es peor. Pero la desaparición de los seres queridos, de los coetáneos, es durísimo. Es terrible ver como nos van faltando, nuestros hermanos, amigos, y antes nuestros padres. Uno va quedándose solo. Es un recordatorio continuo que te queda menos por vivi. Te quedas sin los interlocutores con quien compartir las experiencias vividas. Esta experiencia explica el rechazo a la vejez.

Claro que para los que tienen esperanza en otra vida, este dolor puede quedar mitigado. Y como diría Calderón "la vida es sueño y los sueños, sueños son"