La última jornada de la Madrid Fashion Week, la dedicada a los más jóvenes, tuvo un buen comienzo con el desfile de Moisés Nieto, que se ha inspirado en los hábitos de los monjes para crear «Virginia». Marrones y negros junto a apagados tonos beige para unas prendas cuya línea es el hábito monacal, prenda pesada que esconde secretos íntimos.

«31 de febrero» es la fecha imposible con la que Shen Lin, de origen taiwanés, ha titulado una colección con piezas unidas, como faldas con pantalones o faldas con otras faldas, chaquetas de tres mangas y cortes imposibles en fieltro, lana, brocados o punto, y siempre en diferentes tonalidades de gris.

David del Río ha alegrado la jornada con una rica colección en la que las piedras semipreciosas han tenido un protagonismo muy especial. Mucho más sobria es la colección de sus compañeros de desfile, El Colmillo de Morsa, firma formada por Jordi Espino y Elisabet Vallecillo que por segunda vez presentaron sus propuestas en Madrid.

En su primera cita en pasarela, la gallega Mercedes Castro ha mostrado sus trabajos en lana tejida a mano y basados en temas literarios. Jessica Stenerös, en «Ero», ha llevado a la mujer a los bosques en los que se celebra el solsticio de verano, aunque se trate de una colección de invierno, creado en tonos piedra, suaves lilas y verdes, burdeos y azul pato, color tendencia de la próxima temporada, informa la agencia «Efe».