Cuando salió Nacho Vegas al escenario de la carpa instalada en la plaza de la Catedral de Oviedo el ambiente era rotundo. La carpa estaba a rebosar y Vegas aparecía al lado del presentador reclamando los derechos de la llingua. Como decía el presentador, han sido muchos años de conciertos y es hora de que alguien escuche de una vez por todas. Lo hacía señalando el edificio de la Junta.

Eso ocurría a las diez y media de la noche (largas), que fue cuando Nacho Vegas arrancó su sesión a golpe de guitarra y voz.

Pero la fiesta del Conciertu pola Oficialidá, un macroconcierto bien organizado y manejando los tiempos, había comenzado por la tarde, a plena luz del día, con "Pop Piquiñín", que ya creó un ambiente absolutamente familiar de padres, niños correteando y los carros de los más pequeños. Una suerte de sesión maratoniana en familia en la que se combinaban muchas generaciones según a qué hora. Los grupos hacían sonar su repertorio desde el escenario (buenos grupos) y la cosa se iba animando en cada momento. Era como una reunión sociocultural que, junto a la banda sonora, expresaba un sentimiento entre banderas, carteles y otros elementos que daban luz a la razón de ser de la sesión: dar un paso más en pos de la oficialidá de la llingua. Como alguien decía: "Se creó un concierto muy a la europea" donde todo cabía: niños, jóvenes, padres, mayores, y donde las músicas salpicaban las distintas fases para que cada cual lo disfrutara a su manera.

Abrió "Pop Piquiñín", le siguió "Tuenda" y a ellos el folk fusión de "Vrienden". Un cartel amplio que daba la posibilidad de ajustar el oído a distintos modos musicales: fueran más folkis, instrumentales o alternativos. Al cierre de esta edición, Nacho Vegas había arrancado su concierto en un momento superpoblado de la carpa, pero la noche era larga y le quedaba un amplio recorrido hasta la conclusión. Y, de no haber imprevistos de última hora imposibles de captar aquí, el fiestón concertino proseguía con el gas que siempre dan a sus actuaciones "Dixebra" y "Skontra". Pero hasta donde se pudo catar, además de escuchar música, se vivió una gran fiesta.