En el mismo salón de plenos donde pancarta en mano empezó su andadura política un día ya lejano de 2013. Allí contrajo ayer matrimonio la eurodiputada de Podemos Estefanía Torres Martínez con el también pixueto Francisco Garay Menéndez.

A mediodía, los curiosos e invitados se concentraron en céntrica la plaza de San Pedro. "¿Qué pasa hoy aquí?", preguntaban unos. "Se casa la chica de Podemos", contestaban otros. Como cuenta su padre, Jesús Torres, Estefanía es una "persona cercana" que lejos de poner mala cara al revuelo que causó su boda se enfrentó a él contenta. El edificio donde tantas veces censuró el comportamiento de gobierno pasados del PSOE, en una agitada etapa política en Cudillero, se engalanó para la ocasión. Redes marineras y un salvavidas con el lema "Estefanía Kiko 17 / 9" decoraron el Consistorio.

De la ceremonia civil se encargó la concejala de Somos Cuideiru (marca local de Podemos), Sonia Busto. Fue la única que eligió un atuendo de color morado (el del partido) para la ocasión. "Es un gesto", dijo Busto a la entrada, mientras vecinos y turistas se concentraban en la plaza a la espera de los novios.

Estefanía Torres no dejó ninguna sonrisa en la reserva. Se mostró "feliz" por poder celebrar esta cita tan importante de su vida en el Cudillero de infancia. Subió las escaleras que conducen desde la plaza de San Pedro a la puerta principal del Ayuntamiento sonriendo y del brazo de su padre. Como orgullosa pixueta, fue vestida de azul, en recuerdo a tradición marinera del concejo. Después de tanto escalón, esperaba su futuro marido ("Kiko" para los amigos). Allí se saludaron de forma comedida antes de entrar y sellar legalmente su relación.

A la ceremonia acudieron los diputados del Congreso Sofía Castañón y Rafael Mayoral y también diputados regionales del mismo signo político como Emilio José León. Durante la hora que duró la boda, los vecinos de Cudillero esperaron pacientemente. Parte en las ventanas, parte a pie de calle y, los más atrevidos, hasta entraron en el Ayuntamiento. Al salir no hubo arroz, pero sí sidra, gaitas y tambores. Todo "muy asturiano", como querían los novios.