Mientras intelectuales de izquierda moderada como Richard Ford tranquilizaban a sus lectores en Asturias afirmando que era imposible que Donald Trump ganara las elecciones, el siempre amartillado cineasta Michael Moore defendía que Hillary Clinton tenía todas las de perder. Pocos le hicieron caso pero acertó. Y eso que intentó poner su granito de arena estrenando antes de los comicios su documental Michael Moore en TrumpLandia, 73 minutos de monólogo del propio director, rodado durante dos días en el teatro Murphy de Wilmington, localidad de Ohio donde Trump, como el título indica, era invencible.

El trabajo de Moore es un ejercicio de exhibicionismo en primera instancia desde el momento en que se coloca él mismo en el título e invade la pantalla sin contemplaciones. Incluso algunas anécdotas con las que intenta humanizar a la antipática candidata demócrata le tienen a él como protagonista. De cómo los Clinton me conocieron y... Las partes más incisivas contra el futuro vencedor llegan cuando se burla de algunas de sus promesas más delirantes: Moore levanta un "muro" de paneles alrededor de la zona donde se sientan espectadores mexicanos o con aspecto latino para "segregarlos" y que "la gente de Trump no se pusiera nerviosa", y hace sobrevolar un dron para tener vigilados a los que tienen aspecto musulmán o "lo parezca". Hay risas en la zona "blanca" pero también algunas caras largas con miradas de muchos enemigos.

"Admiro de los conservadores el coraje de sus convicciones", espeta Moore desde el escenario, "son implacables, son como: '¡Esto es lo que creo y punto! Y nosotros los demócratas somos más como: 'Mira, no sé, podría pensarlo un poco más y tal vez...' El día de la elección los conservadores se levantarán a las 5 de la mañana. Lo hacen muy a menudo. La única vez que nosotros nos levantamos a las 5 es cuando hemos estado despiertos de fiesta toda la noche". O sea: los conservadores son "decididos, organizados, disciplinados".

Y advierte: "Yo nunca he votado por Hillary Clinton. Voté por Obama en las primarias de 2008. Y voté por Bernie Sanders en las primarias de este año. De hecho, nunca voté por Bill Clinton porque era también un demócrata muy conservador". Se pone conciliador: "Estamos todos en el mismo barco y nos vamos a hundir o nadar juntos, y yo preferiría que nademos. Porque creo que tenemos más cosas en común. Queremos las mejores escuelas para nuestros niños, ¿verdad?".

La cosa se anima: "No son los niños los que me preocupan. Los niños están bien. Es el hombre blanco rabioso. Sus días están contados. El número total de hombres blancos alrededor de 35 años en los Estados Unidos es un 19 por ciento. Eso es todo lo que somos, amigos. Tuvimos 10.000 años que no fueron malos, ¿verdad, chicos? Y aquí estamos ahora en el siglo XXI. Por primera vez hay más mujeres solteras que casadas. ¿Se dan cuenta, muchachos? No nos necesitan. Pueden ser solteras. Hace cien años no podían serlo. Teníamos leyes que no les permitían ser dueñas de su propiedad o tener una cuenta bancaria, o divorciarse. Había una larga lista de leyes que prohibían a las mujeres hacer las cosas más básicas. Solíamos ser útiles para algo, ¿verdad? Bueno, se nos necesitaba para mantener viva la especie. Ése era nuestro trabajo más importante... ¿Para qué más éramos buenos? Coger algo que estuviera muy arriba en las repisas. Pero ahora que inventaron la fertilización in vitro y la escalera portátil de aluminio ¡no nos necesitan! Ya no nos necesitan para los orgasmos".

Moore dispara toda la artillería mordaz para irritar a los machistas: "Si Hillary gana, si las mujeres toman el control, y como ellas no nos necesitan, ¿saben cómo va a terminar esto? Habrá campos de internamiento para hombres. Ellas tendrán que elegir unos pocos para mantener viva la especie. ¿A quién van a elegir? A los inteligentes y a los atractivos. Por eso ellos (los hombres blancos) están tan enfadados. Los han visto en los mítines, ¿verdad? Esos tipos en las concentraciones de Trump... es como el sonido de un dinosaurio agonizante. Las señales contra ellos están en todas partes. Las mujeres están tomando el control. ¡Donald, sálvanos! ¡Que vienen las mujeres! ¡Hillary es Genghis Khan!".

Muchas caras (blancas) se avinagran en el patio de butacas cuando Moore aumenta el calibre de su sarcasmo: "Ocho años con un presidente negro. Está bien, logramos soportar eso. ¿Ahora van a ser ocho años de una mujer presidenta? ¿Qué pasará después? ¡Vamos a tener un presidente gay! Y después, ocho años de un transgénero en la Casa Blanca... ¡No sabrá qué baño usar! Ah, y la gente de los derechos animales. ¡PETA se apoderará de la Casa Blanca! Un maldito hámster va a estar dirigiendo este país".

Si las miradas matasen...