Como cada 1 de junio vuelve el recuerdo de la más grande. Ya van once años de la muerte de Rocío Jurado. Pero si levantase la cabeza, probablemente la chipionera se quedaría muerta otra vez, porque si de algo podía presumir ella, además de tener la voz con más garra y poderío de España, era de tener una familia unida. O eso parecía. Acaso por eso, porque se sabía arropada por los suyos, cuando le diagnosticaron el cáncer de páncreas, dos años antes de morir, Rocío Jurado lo anunció en rueda de prensa a lo grande, como era ella.

Nadie se cura de un cáncer de páncreas, ella tampoco, por muy devota de la Virgen de Regla que fuese, por mucho que la arropasen su José Ortega Cano, sus hermanos Amador (además manager) y Gloria, sus tres hijos, Rociíto -ahora Rocío Carrasco; Dios nos libre de llamarla de otra manera- José Fernando y Gloria Camila (los hijos que adoptó junto al torero), sus nietos, su cuñada y asistenta personal Rosa y un yerno, Fidel Albiac, que por aquel entonces ella tragaba a regañadientes, aunque mantenían una relación cordial por la buena marcha del negocio.

Rocío se marchó a Houston, a una clínica especialista en tratamientos oncológicos, que para eso tenía dinero y fe. Y había que intentarlo todo, todo. Allí se sometió a un tratamiento duro y largo, como pasa con cualquiera que se enfrenta a un cáncer de este tipo, y más cuando no hay esperanza de curación. Fue entonces cuando empezamos a ver a la más grande enfundada en su chandal verde, alejada de la bata de cola, siempre detrás de unas gafas de sol y delgadísima.

Rocío Jurado empezó a perder físicamente el poderío, y pocos meses antes de morir, cuando ya sabía que se estaba marchando, se subió por última vez al escenario para marcarse un conciertazo de despedida de cuidado. Acompañada de otros grandes como Raphael, Mónica Naranjo, David Bisbal, Paulina Rubio y siendo generosa con los suyos subiendo al escenario a su sobrina Rosario Mohedano, Chayo para los amigos. Pocos meses después Rocío murió. Lo anunció su hermano Amador que dijo, entre lágrimas, que se había ido como ella quería rodeada de toda la familia.

Por eso si volviera, y viera el percal como está? "¿Dónde está todo lo que os he enseñado?", diría la Jurado. El reparto de la herencia hizo saltar por los aires la relación entre el torero y Rocío Carrasco, que desde un primer momento dejó claro que ella iba por libre y que no quería saber nada de nadie. El viudo de su madre le dolió poco a Rociíto y no han tenido relación desde la muerte de la más grande. Y eso que el torero se quedó con poco más que migajas. Pero nada, Rociíto no quiso saber nada, igual que hizo con sus hermanos, de quienes se separó y con los que cortó toda relación personal nada más faltar su madre. Su hermana Gloria Camila que ahora participa en el programa "Supervivientes" dice que su hermana "nunca nos quiso, no le interesamos nunca". Ortega Cano rehizo su vida hace cuatro años con la desconocida Ana María Aldón y tiene un hijo, pero pasó una racha fatal, tuvo problemas con el alcohol y pasó por la cárcel tras provocar un accidente en el que hubo una víctima mortal. José Fernando, hijo que adoptó con Rocío, no supera las adicciones a las drogas, tiene una orden de alejamiento de Michu, a la que no se le conoce oficio, pero sí su pelo platino y nariz aguileña y que lo mismo pone verde en el "Deluxe" a J oseFer que le da un hijo? cosa que pasó la semana pasada. Amador se divorció de Rosa, airearon sus problemas en la tele, se llamaron de todo, y ahora vive en Chipiona con una tal ¿ Jacqueline?, sí, sí Jacqueline. Rosa acabó quemada de la tele y viceversa, y ahora colabora esporádicamente en debates donde ¡las vueltas que da la vida! Mantiene una relación de casi amistad con Antonio David, el ex marido de Rociíto, el ex guardia civil, que por cierto es el que se encarga de sus hijos porque los hijos de Rociíto no quieren saber nada de su madre y viven encantados con su padre en Málaga y la segunda mujer de éste, Olga. ¡Antonio David, Menudo cogotazo que te daría Rocío Jurado cómo supiera que llevas años sin hablar con tu hija... Rociíto! Dijera la más grande, en unas de sus grandes frases, que para eso ella es irremplazable: "Qué no daría yo por empezar de nuevo". Grande Rocío.