Que la política casi siempre es maquillaje era cosa sabida. No sólo maquillaje de cuentas, comisiones o discursos. Maquillaje en sentido literal. Silvio Berlusconi, por ejemplo, nunca sale de casa si no va pintado como una puerta. Pero en Francia ahora se está descubriendo lo caro que resulta que el presidente de la República esté siempre en perfecto estado de revista. Los 26.000 euros en maquillaje que ha gastado Emmanuel Macron en sólo cien días de gobierno están hundiendo la popularidad del joven y esplendoroso político, que además espera el retorno vacacional de sus administrados con una serie de recortes económicos en cartera.

El secretario general del Elíseo, Alexis Kohler, debió quedarse boquiabierto al recibir dos facturas emitidas por Natacha M. (no ha trascendido su apellido), por valor de 10.000 y 16.000 euros. Las dos correspondían a trabajos de maquillaje de Macron, a quien no se le suponía hasta la fecha ninguna necesidad estética especial, pues era el presidente de la República más joven que había tenido Francia. La necesidad de abonar esta abultada factura cosmética fue, según se explicó desde el palacio presidencia, "una cuestión de urgencia", sin entrar en mayores precisiones. En este caso, la explicación casi fue peor que el silencio, pues la opinión pública se pregunta cuál pudo ser ese apurón que necesitó corregir tantas sombras y brillos faciales. La profesional que ahora factura al Elíseo fue la misma que cuidó el rostro del candidato Macron durante su fulgurante ascenso a los cielos de la política.

Los rivales de Macron ya han empezado a hacer las cuentas y a tirárselas a esa cara perfecta que tan cara salió al erario público. Por ejemplo, Florian Philippot, del Frente Nacional, escribió en Twitter: "Mientras que Francia se mata a trabajar, Macron se pone 23 salarios mínimos en la cara". Como el presidente francés siga así, el maquillaje le va a costar algunas lágrimas: se le va a correr el rímel.

O no. Porque en Francia los presidentes suelen ser muy escogidos a la hora de cuidar su aspecto personal, que sale por un pico a la Administración. Mientras que en España no tenemos ni idea de cuánto nos cuestan los tintes de Mariano Rajoy -si es que así fuera-, en Francia, Hollande le pagaba nada menos que 10.000 euros al mes a su peluquero , de nombre Olivier B. El pastón que cobraba el dueño de las tijeras presidenciales se justificaba, según Hollande, en que tenía que estar disponible las 24 horas del día y que literalmente permanecía siempre al lado del presidente. A tal punto, dijeron, que el pobre peluquero había tenido que perderse el nacimiento de sus hijos. No obstante, Hollande sí que rebajó en 2.000 euros mensuales el gasto en maquillaje de su antecesor, Nicolas Sarzoky, que entre 2007 y 2012 se gastó 8.000 euros al mes en pagar a Marina Michenet, su maquilladora, a la que tenía siempre en alerta por si hubiera que dar sombra aquí o sombra allá.