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El surfista que pilló una ola en La Isla y llegó hasta Senegal

"La gente de Senegal es increíble, el Tercer Mundo somos nosotros"

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ASTURIANOS EN COLUNGA: Ricardo Fernández PalomequeJulián Rus

Ricardo Fernández Palomeque, director de la escuela de surf Marejada. Tiene escuela y albergue surfero en La Isla, Asturias, y en Senegal, África. Este ovetense de 46 años que aprendió a surfear en La Espasa y vive desde hace veinte años en el concejo colungués, ha sido cinco veces campeón de España de surf y defiende el potencial de su deporte como motor económico.

Ricardo Fernández Palomeque nació en Oviedo hace 46 años y renació como surfista en la playa colunguesa de La Espasa. Fue cinco veces campeón de España de surf y llegó al número trece del ranking mundial. Dirige la escuela de surf Marejada, que tiene su centro de operaciones en La Isla. En La Espasa enseñan a surfear y en La Isla dan clases de paddle surf y de paddle yoga. Su mujer es profesora de yoga. Además, en la temporada baja asturiana, cambia de aires y abre el surfcamp que regenta en el sur de Senegal.

"Nací como surfero en La Espasa. Desde los ocho años siempre veraneé aquí, en La Isla. Yo soy de Oviedo. Mis abuelos tenían una casa de veraneo en La Isla y mis padres se hicieron una. Ya cuando estaba terminando la carrera, que hice Administración y Dirección de Empresas, me quedé a vivir aquí, en La Isla. Hace ya más de veinte años que estoy aquí, con mi mujer y mi hijo, que tiene nueve años. Mi padre era médico y mi madre profesora, están los dos jubilados. No tenían nada que ver con ni con la empresa y ni con el deporte. Lo mío, digamos, fue una afición que nació de chiripa. Mis padres siempre me apoyaron pero yo sé que ellos hubieran preferido que fuera médico o trabajara en un banco. Pero yo estoy muy orgulloso y feliz por poder dedicarme a lo que me gusta. Hay mucha gente que eso no lo puede decir, que están en trabajos que no les agradan y tienen que hacerlos para comer".

"Abrí en la escuela en 2003. Fui creciendo año a año. Ahora mismo, el surf es un motor económico fuerte de la costa en Asturias. Cuando empezamos éramos, creo, seis escuelas en toda la región. Era muy residual. Cada año casi doblabas la clientela. El surf es un deporte súperatractivo, todo el que lo prueba le gusta, se asemeja un poco al esquí. Cuando la gente ya vio que esto podría ser un motor económico pasamos de ser seis escuelas a no sé las que puede haber activas ahora. En Gijón debe haber unas diez. A nivel de Asturias seguro que hay una escuela por playa, por playa que haya olas, claro, y que no sea un rocódromo inaccesible".

Ricardo Fernández Palomeque, con su tabla, en La Isla

"En Asturias aún hay más recorrido para el surf. Sí que podemos crecer mucho. Vas a Francia o a Inglaterra, que tiene un tiempo peor que el nuestro, y la evolución del surf es muchísimo mayor. En el sur de Francia, que en invierno es el mismo clima que el nuestro, tienen un turismo de surf. Incluso los colegios hacen surf, ya no como extraescolar sino como parte de la clase de gimnasia. Eso se podría hacer en Asturias. Ya hay colegios que lo meten como actividad extraescolar. Como antes nos llevaban a la piscina, ahora a surfear".

"Lo de abrir un surfcamp en Senegal fueron coincidencias de la vida. Una muy amiga de mi mujer está casada con un senegalés y había montado unos bungalows, un restaurante y un bar. Nos habían invitado a la inauguración, pero no nos cuadró. Hasta que un día ella me manda una foto en diciembre en la playa con la tabla de surf. ‘Coño Carmen, ¿qué me mandas aquí? No sabía que estabais en la costa. ¿Pero hay olas?’ Y me dice: ‘Bueno, sí, no sé, a mí me han dejado la tabla sólo para hacerme la foto, pero mañana te llama un chico de Santander que estuvo aquí y te explica’. Me llamó el chico y me contó maravillas. Yo estaba a punto de montar una escuela de surf en Costa Rica, lo tenía todo preparado. Fui a Costa Rica porque tenía los billetes, pero nada más volver embarqué para Senegal y cuando volví le dije a mi mujer: rompe los papeles de Costa Rica que lo montamos en Senegal".

"En Senegal estamos en el sur, en la región de Casamance. Es una zona de selva, tiene dos épocas en el año: la seca y la de lluvias, de junio a septiembre. Nosotros abrimos allí de octubre a finales de abril, la época seca: 30 grados por el día, el agua está caliente en el mar, por la noche baja la temperatura a 24 grados, con lo que duermes genial. Está muy bien. Para nosotros es una manera de diversificar el negocio. En la época baja de Asturias tienes la época alta de Senegal y viceversa. También das la oportunidad a la gente de la escuela de que conozcan esa zona de Senegal. Fantásticas olas y muy bien clima. Depende de la temporada, pero allí tenemos entre camareros, cocineros y personal de surfcamp como seis o siete personas, todas locales. Yo suelo ir dos o tres veces al año, a ver si todo está bien y muchas veces organizo viajes guiados".

"También tenemos un proyecto de ayuda. Cuando va alguien a Senegal le decimos las necesidades que tienen en el colegio o en el dispensario médico y les decimos que lo que lleven –diccionarios, medicamentos...– será bien recibido. Luego les llevamos para que lo entreguen en mano allí. No sólo damos un poco de trabajo y llevamos turistas, sino que hacemos una pequeña colaboración con la comunidad".

"A nivel de económico Costa Rica es mucho más interesante. Es más fácil vender, es un destino ya abierto al surf, un destino surfero número uno en el mundo. Pero a nivel personal a mí me gusta infinitamente más Senegal. Hay menos gente en el agua. Es un destino más barato, más auténtico y el viaje es más corto. Una hora más que ir a Canarias. Y luego, a nivel humano, es brutal. En Costa Rica ya están supermaleados. En Senegal la gente es increíble. A nivel humano, una auténtica maravilla. Cada año que vuelvo siempre pienso que el Tercer Mundo somos nosotros. Por ejemplo, un chico vasco se dejó en la playa la riñonera con todo el dinero y los pasaportes, todo. Cuando íbamos a ir a buscarla llegó un senegalés en taxi con ella. Estaba todo allí. No faltaba nada. El chico vasco le quiso dar algo de dinero como agradecimiento pero el senegalés se negó. Dijo que a él le gustaría que le tratasen así si le ocurría lo mismo. De esos detalles, cientos. Es otro mundo. Es gente que si tienes algún problema, te van a ayudar. Cuando vuelves, es como si hubieras vistos marcianos".

"Es una pasada. Es un poco la diferencia entre el ritmo de Madrid y de Asturias. La gente de Madrid viene hiperacelerada y allí pasa un poco lo mismo. Entre donde estamos nosotros y Dakar hay diferencia. En Dakar la gente está un poco más maleada y en el sur son pueblitos pequeños de gente más humilde; unos tienen su cosecha de arroz, otros pescan… La gente es muy relajada, muy tranquila, muy amable. Por algo a Senegal lo llaman el país de la teranga, que en su idioma alude a la buena voluntad a la amabilidad hacia el otro".

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