Esteban Amieva, empresario. Con 37 años, este llanisco de Posada encabeza un grupo de empresas que ya ha cumplido diez años y cuya actividad cada día se diversifica más. Su objetivo es romper la estacionalidad que marca la economía llanisca, muy dependiente del turismo. Es el promotor de una de las atracciones más originales del concejo: un laberinto vegetal en Barru conformado por 3.000 cipreses que se convirtió el año pasado, cuando se inauguró, en uno de los éxitos de la temporada.

Esteban Amieva Heras, 37 años, de Posada de Llanes, encabeza un grupo de empresas de servicios integrales que ahora cumple diez años y que van desde la asesoría fiscal y contable, correduría de seguros, agencia inmobiliaria, apartamentos tutelados y distintos negocios en el sector turístico como locales de hostelería, hotelería o rutas por la costa del concejo con motos de agua. Uno de sus últimos proyectos es una singular atracción: un laberinto vegetal en Barru, conformado por 3.000 cipreses, que fue todo un éxito cuando se abrió el verano pasado. Con todas estas empresas, Amieva lucha por salir del laberinto de la estacionalidad de la economía llanisca, hiperconcentrada en los tres meses del verano.

“La empresa la monté hace diez años porque, a nivel familiar, tenemos negocios de hostelería y hotelería, el chiringuito de la playa de Torimbia y un hotel en Barru, pero durante el invierno no teníamos actividad. Existían los servicios que yo daba, pero no desde el punto de vista integral y a la gente le gusta tenerlo más agrupado, así que empezamos a ofrecer todos los servicios juntos. La propia empresa se retroalimenta viendo lo que pide el cliente. Fuimos creciendo y ahora tenemos también oficinas en Cangas. Ribadesella y Oviedo. Lo que iba a ser un complemento se acabó convirtiendo en la primera actividad”.

“Sí es difícil hacer empresa y emprender. Uno de los obstáculos fundamentales es la burocracia administrativa. Todo lleva mucho tiempo. Luego, hay que ser conocedor del mercado en el que te vas a meter. También es difícil emprender por la financiación. A las entidades bancarias hay que presentarles un proyecto que sea viable y creíble, que transmita seguridad. Y si a eso le sumas que estás en una zona como el oriente de Asturias, donde la actividad económica es muy muy muy temporal, pues todo ello junto hace que no sea fácil”.

“El tema de la empresa lo viví siempre en casa, pero es verdad que yo soy un culo inquieto. El tema de buscarte la vida también va en la persona. Puedes optar por opciones más cómodas. Trabajar en verano y en invierno pues, bueno, atecharte, como digo yo”.

“En Llanes sí tenemos muchas playas y sí mucho paisaje, pero creo que al turista es necesario ofrecerle algo más. En Asturias llueve muchos días y la gente te pregunta: ‘¿Qué actividad podemos hacer?’ A partir de ahí empecé un poco a romperme la cabeza. Primero me surgió el tema del alquiler de motos de agua por la costa llanisca, para ver los ‘Cubos’ y Llanes desde otra perspectiva. Luego planté el laberinto. El laberinto va muy bien. Ahora estoy intentando buscar más opciones para que el que vaya al laberinto pueda pasar otra media hora con algún otro tipo de actividad”.

Esteban Amieva Julián Rus

“Me fijé en Cantabria, en Villapresente, donde está el laberinto más grande de España. Tú no vas a Villapresente si no es a ese laberinto. Yo pensé: si esto funciona en un lugar donde la gente viene en autobús a la actividad y se va, cómo no va a funcionar en un sitio turístico como Llanes con una población flotante en verano de 60.000 personas”.

“Romperse más la cabeza. Creo que esa es la palabra. Es muy difícil desestacionalizar el turismo en Llanes. Tenemos el hándicap fundamental que es el tiempo. Pero no me conformo con decir eso. Creo que debemos rompernos la cabeza. Yo miro para mí mismo. Tengo un hotel y en la recepción me están preguntando qué actividades pueden realizar. Y yo les digo: ‘Vais aquí si os apetece, a hacer una ruta en moto de agua por la costa caliza de Llanes, veis los Cubos de Ibarrola...’, y el cliente va. Otra opción es ir a pasar una tarde en el laberinto. Con eso, dos días o tres que les venga de playa y más el descenso del Sella en canoa, pues a esa persona ya le estoy planificando esas vacaciones. Porque el que viene aquí no viene para estar 15 días en la playa. Si viene a eso se equivocó de destino, no es aquí. Por eso tenemos que esforzarnos muchísimo más”.

“Mi último proyecto, que abrí el 20 de mayo del año pasado, fue un restaurante en Posada, el Leypon. Era un bar con muchísima tradición que llevaba un matrimonio mayor que desgraciadamente falleció por el covid. Lo cogí, lo modernicé un poquitín y me metí por una cocina que no existía ni en Posada ni en Llanes. No digo que fuera mejor o peor, era otra opción. Luego hice una prueba. Le dije a todo el personal en noviembre: ‘Vamos a cerrar porque hay muchos locales abiertos por aquí’. Sin embargo, en enero y febrero está todo quisqui cerrado. Y ahí abrimos nosotros. Nosotros tuvimos abierto y tuvimos muchísima gente. Gente de Oviedo, de las Cuencas, de Gijón... La gente no va a venir a Llanes un fin de semana de febrero si sabe que no hay dónde comer. Pero si abres, vienen. Así que vamos a mirarnos a nosotros mismos y vamos a apostar. Vamos a tenerlo abierto y ver si viene la gente, para que tenga dónde comer y dónde dormir. Pero lo primero es abrir. En esto es pensar rápido y actuar rápido, antes que la competencia. Pero una de las cosas que yo tengo claro es que el año que viene no voy a ser el único que esté abierto en febrero. Lo tengo superclaro. Trabajamos con reservas todo el mes de febrero y tuvimos fines de semana completos. Son 40 comensales, no es mucho, pero está completo en Posada de Llanes en febrero”.

“Un año como el que tuvimos en 2020 va a tardar en volver. Con la pandemia se juntaron una serie de circunstancias. Pero van a quedar cosas. Todo lo que sea actividad al aire libre va a ir en auge. Se nota en la inmobiliaria, se está vendiendo todo lo que tenga un trocín de prado. En los valores naturales somos unos privilegiados. Ya lo tenemos, siempre lo tuvimos, está ahí, lo que hay que hacer es cuidarlo. Para la zona nuestra de Oriente nos beneficia muchísimo lo que pasó con la pandemia. Somos ese destino turístico que la gente va a demandar: no estar encerrados en sitios, que haya luminosidad, que haya playa, que haya qué hacer con los críos al aire libre. Libertad, vamos”.