«Asturias Monumental», la obra que LA NUEVA ESPAÑA va a regalar a sus lectores todos los domingos, a partir del próximo día 15, dedica sus dos primeros fascículos a Covadonga, a su historia y al conjunto de monumentos que se han sucedido allí hasta nuestros días. La elección de Covadonga no es caprichosa ni casual. En este recorrido que se inicia por la historia de Asturias, tomando como guía los monumentos legados por nuestros antepasados, Covadonga supone la encarnación de la conciencia de pueblo y comunidad que tenían los astures, nuestros inmediatos antecesores, como reconoce explícitamente la «Crónica Albeldense» y todas las demás historias antiguas escritas en los primeros siglos medievales.

Las más viejas crónicas cuentan que los astures se movilizaron para hacer frente al invasor musulmán y eligieron rey a Pelayo. Pero la arqueología ha descubierto en los últimos años que esos mismos astures, que eligieron rey a Pelayo, se movilizaron en masa para cerrar la entrada de Asturias, construyendo sendos muros defensivos en las dos principales vías de acceso a la región, las de La Carisa y La Mesa.

Covadonga, pues, encarna un momento cumbre en nuestra historia milenaria como pueblo y es lógico que al recorrerla nuestra primera mirada se detenga allí. Podrán así todos los asturianos conocer cómo debía ser aquel lugar cuando allí luchó Pelayo, cómo era el templo dedicado a la Virgen de Covadonga que había en la cueva, y las vicisitudes sufridas por éste. Desde siglos, Covadonga era lugar de una muy concurrida romería el 8 de septiembre, precedida la noche anterior por una gran «foguera», y los peregrinos todos que visitaban el lugar se maravillaban del «milagro de Covadonga», un templo colgado en el aire y situado ante la cueva. Un grabado realizado en 1759 sobre un dibujo hecho por el dibujante asturiano Antonio Miranda Cuervo y grabado por Jerónimo Antonio Gil nos han conservado la más vieja imagen de Covadonga, junto con el óleo pintado por Francisco Reyter en 1776 para el Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo, que es la primera plana del primer fascículo.