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Los empresarios piden un «plan global» para mejorar la imagen de la bebida fuera de Asturias

Oviedo, M. J. I.

El tópico de que la sidra pierde fuerza y sabor cuando cruza el puerto de Pajares es una leyenda urbana para muchos productores, pero basada en algún hecho objetivamente cierto. Porque los lagareros enviaron al exterior durante muchos años parte de la producción menos lucida, la que no podían vender en Asturias. Lo dice el empresario Manuel Riestra, tras matizar que la sidra natural no puede mantenerse mucho tiempo en la botella y debe consumirse en el plazo justo. Por eso, opina que el sector necesita un gran «proyecto global» para la promoción y la comercialización.

Es la misma idea que defienden expertos como José María Osoro, uno de los promotores de la petición de declaración de la sidra como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, un proyecto que camina con retraso. Los lagareros señalan que si a los alemanes, franceses y aragoneses les interesa vender manzana, resulta incomprensible que los asturianos no lo hagan. Y propone imitar modelos de cooperación entre agricultores, como ocurre en otros países.

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