Acaba de llegar y sin apenas tiempo para aterrizar Ignacio Alonso Areces, nuevo director de Cáritas en Asturias, avanza que los datos que maneja el brazo social de la Iglesia relativos a 2014 serán peores que los de 2013, cuando la entidad atendió a más de 30.000 personas en la región. Alonso, que desde el pasado viernes sustituye en el cargo a Adolfo Rivas -quien cesa tras haber cumplido el plazo máximo de doce años establecido por la institución-, nació en Oviedo en 1953. Está casado, es padre de dos hijos y está jubilado de la enseñanza. Entre otros centros, trabajó como director en el Instituto de Moreda y fue jefe de estudios en el IES La Ería, de Oviedo. Es feligrés de la parroquia de San Pablo de la Argañosa (Oviedo) y pertenece al movimiento de Comunidades Ictys desde 1977.

-Entre 2004 y 2012 dirigió el Secretariado de Apostolado Seglar y fue miembro de la Comisión Preparatoria y Permanente del Sínodo Diocesano y del Consejo Pastoral Diocesano. ¿Esa experiencia le servirá en este nuevo reto?

-Asumo esta tarea junto a voluntarios, profesionales y colaboradores que hacen posible este servicio a los pobres, los preferidos del Señor. Trabajamos para crear esperanza, defender la dignidad de la persona, evitar la exclusión y denunciar las causas estructurales que están originando la privación de derechos básicos de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo.

-¿Hacia dónde dirigirá sus esfuerzos?

-Llego con el ánimo de continuar y consolidar la labor de Cáritas. Habrá que ir creciendo en el plan pastoral y en cuestiones que si bien están presentes en la acción diaria, es necesario desarrollar.

-De unos años a esta parte la gente acude a Cáritas como su último recurso. ¿Continuará esta tendencia?

-Tenemos que seguir atendiendo a los más empobrecidos. Cada vez hay más. El incremento de las demandas de auxilio es notable. Debemos crecer en caridad. Trabajamos para denunciar las situaciones de injusticia, eso no debemos perderlo de vista.

-¿Habrá sorpresas en el informe relativo al año en curso?

-Aún no están los datos cerrados, pero me temo que ha crecido el número de demandas. En 2013 atendimos a más de 30.000 personas y creo que superaremos esa cifra.

-Y a la vez el Gobierno habla abiertamente de recuperación económica.

-Esa recuperación quiero yo que me la expliquen. Probablemente será que las variables macroeconómicas tardan en llegar al tejido social mucho tiempo.

-En Cáritas insisten en la importancia de acompañar a quien lo pasa mal...

-Es que lo nuestro no es un neoasistencialismo. Cáritas auxilia, acoge y denuncia.

-¿Todas estas funciones se han cumplido en el periodo anterior?

-Hasta ahora se han cumplido de una forma muy adecuada.

-Está al frente de una institución querida y respetada por personas de toda condición.

-Notamos el cariño y el respeto de la gente, en Asturias y en el resto de España. Nos hacen falta más voluntarios. Lo ideal sería no necesitarlos, pero por desgracia vemos a diario que la sociedad actual cada vez deja a más personas al borde de la exclusión.

-Adolfo Rivas, su antecesor, insistía en el riesgo de caer en una pobreza crónica, irrecuperable.

-Es un riesgo real. Cuando se cae en esa espiral de exclusión es difícil salir. Es muy doloroso. El pasado lunes visité la casa de acogida que tenemos en Avilés y pude comprobar la dureza de ciertas situaciones.

-También hay otros colectivos más vulnerables, como mayores y niños. ¿Se les atiende bien?

-Mantenemos programas específicos para combatir esas otras "pobrezas sociales". Uno de ellos es el destinado a los menores que necesitan cuidados por situaciones diversas.

-Cáritas se nutre casi exclusivamente de recursos propios. ¿Se mantiene el ritmo de donativos?

-Dependemos en buena medida las colectas de esa red capilar creada en las parroquias de la región.

-¿Qué le gustaría conseguir en los próximos años?

-Aspiro a que se consoliden los proyectos en marcha y a ser capaces de detectar con antelación las necesidades que se presentan, a fin de procurar dignidad a las personas que acuden a nosotros, algo que nunca debemos perder de vista.

-Una de las peculiaridades de esta crisis es que ha atacado a la espina dorsal de la clase media y deja esa sensación de que a cualquiera podría pasarle...

-Así es. Por primera vez la crisis afecta a esa capa media de la sociedad y deja situaciones terribles. Luego también tenemos a esos a los que nadie quiere en ningún sitio. Mantenemos un programa para drogadictos en activo, con una casa de acogida en Oviedo.

-El arzobispo de Oviedo anunció en septiembre la cesión de casas rectorales gestionadas por Cáritas para dar techo a familias.

-Es un proyecto difícil de iniciar. Ya tenemos escogidas varias casas en Gijón, Oviedo y Avilés. Ahora es necesario acondicionarlas.

-Han puesto en marcha una clínica dental, en colaboración con el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos, además de una tienda de ropa. ¿Habrá más actuaciones de ese tipo?

-Seguro que sí. La clínica es un éxito, tiene lista de espera. Acude mucha gente que no puede pagarse tratamientos privados. La tienda de ropa es una manera diferente de dar un servicio que ya realizábamos, dando posibilidad de que todo el mundo compre.

-¿Qué quedará de toda esta oleada de solidaridad?

-La asistencia y el auxilio no tienen que ocultar la injusticia ni negar la dignidad de la persona. Necesitamos una estructura económica que genere un trabajo digno que permita compatibilizar la vida familiar y laboral. La educación es el pilar de la sociedad.