Adrián Barbón se ocupará de dirigir el "tiempo nuevo" en la Federación Socialista Asturiana. El proceso de selección del secretario general de la FSA cumplió ayer la expectativa creada en las primarias federales de mayo y el sector afín a Pedro Sánchez tomará el control del PSOE asturiano convirtiendo a Barbón en el primer líder elegido por la militancia y en el piloto de la etapa siguiente a la más extensa, los diecisiete años que Javier Fernández cierra al frente del partido. El alcalde de Laviana se impuso en las urnas al portavoz municipal en el Ayuntamiento de Gijón, José María Pérez, por una distancia de 1.243 votos -3.315 a 2.072-, en porcentaje un 60,58 a 37,87 por ciento que supera la distancia por la que Pedro Sánchez se impuso a Susana Díaz en Asturias en las primarias federales de mayo. Ayer, eso sí, la participación fue netamente inferior y había dos candidatos en vez de tres, ya sin el factor corrector que entonces introdujo la candidatura de Patxi López.

La clara victoria, en todos los grandes concejos salvo en Avilés, culminó una intensa jornada electiva sin demasiada emoción en el escrutinio. Barbón se convierte en secretario general con el respaldo de seis de cada diez de los 5.472 afiliados que ejercieron su derecho al voto, apenas un 66,45 por ciento de los casi 8.400 que estaban llamados a hacerlo, y de ahí la ovación y las aclamaciones, no unánimes, que le recibieron pasadas las nueve y media de la noche en el salón de actos de la sede de la FSA en Oviedo. El líder recién elegido se dirigió a los presentes delante de un nutrido grupo de colaboradores que quisieron escoltarle en la tribuna y en un momento de su parlamento se vanaglorió -"me enorgullece"- de que hubiera a su alrededor "muchas caras absolutamente desconocidas en este partido, porque esta candidatura ha reivindicado la implicación de la militancia. Que se sintiera parte de ella y la construyera".

Se prodigó Barbón en agradecimientos, entre ellos los de las enhorabuenas del derrotado, de Pedro Sánchez -"que acaba de llamarme"- y de su antecesor y presidente del Principado. A Javier Fernández, que le felicitó al llegar, que le escuchó hablar y que casi no aplaudió en las numerosas veces que las ovaciones del auditorio interrumpieron la intervención del nuevo secretario general, le ofreció "toda mi colaboración al frente del partido". Ya se había dicho además orgulloso de ser el primer líder elegido por el voto popular, esa modalidad de selección que "algunos veníamos reclamando desde hace muchos años". Se autodefinió desde el primer minuto como "el secretario general de todos" y proclamó que aunque sea el PSOE "la organización capaz de movilizar a un mayor número de militantes" "no somos suficientes", que "queda mucho por hacer para ganar en los ayuntamientos y en el Principado en 2019".

Después de la llamada a la "unidad" y a la integración de sensibilidades que otra vez había deseado Pérez en el parlamento previo al suyo, Barbón prometió "seguir trabajando codo con codo con este amplio equipo de voluntarios que se transformará en la comisión ejecutiva autonómica". Reiteró su apuesta por una FSA "dinámica, abierta, muy pegada a la realidad de la calle, y muy cercana al territorio" antes de dirigirse a la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, para prometer "llevar a la FSA a la vanguardia del cambio".

Su rival en las primarias venía de reconocer que "el objetivo no está conseguido", pero que su aproximación al 40 por ciento de los votos también es a su modo "un éxito". "Por lo que me ha permitido de conocimiento de la realidad asturiana", se justificó, "y del trabajo de muchos compañeros para que el proyecto de los socialistas sea cada día un poco mejor". José María Pérez, a quien tampoco aplaudieron todos los presentes, no tardó en ponerse deberes para las dos semanas que quedan hasta el congreso, "el compromiso con la necesidad de que esta organización recupere la unidad y la cohesión interna" y la pretensión de hacerlo "con lealtad al secretario general y al equipo que salga del próximo congreso".

Así llegó ayer al cargo el todavía alcalde de Laviana, que confirmó hace tiempo la incompatibilidad entre su liderazgo orgánico y el cargo de representación institucional y al que se le olvidó, aunque luego enmendó su error, cerrar el acto como todos los suyos, cantando "La Internacional" puño en alto. Para entonces, Javier Fernández ya se había ido.