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La entrega de atributos a la Princesa carecería de relevancia jurídica

Leonor de Borbón posee ya el título desde que su padre accedió al trono, como señala la Constitución

El entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, con 9 años, recibe los atributos de su título en Covadonga de manos del abad y ante sus padres.

Leonor de Borbón ya es Princesa de Asturias y un acto como el que han sugerido numerosas personas para su visita a Covadonga el próximo 8 de septiembre, no dejará de ser meramente simbólico y carecerá de relevancia jurídica. La hija mayor de los Reyes es Princesa de Asturias desde el 19 de junio de 2014, cuando se publicó en el "Boletín Oficial del Estado" (BOE) la Ley Orgánica por la que se hizo efectiva la abdicación de su abuelo, Juan Carlos I, y el ascenso al trono de su padre, con el nombre de Felipe VI.

Es así porque la Constitución de 1978 (artículo 57.2) dispone que el heredero del trono, "desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que origine el llamamiento a la sucesión, tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España".

Es la actual una situación que guarda muchas similitudes con las que vivió el actual monarca en 1977, cuando la Casa Real anunció que Felipe de Borbón y Grecia visitaría Covadonga para recibir los atributos propios del Príncipe de Asturias. Aquel anuncio desató en España una fuerte controversia. En un primer momento, el Gobierno de Adolfo Suárez calificó el acto de "proclamación" e "investidura", pero pronto cambiaría los términos, porque al rechazo de los partidos de izquierdas, partidarios de la república, se unieron voces procedentes del centro-derecha, que resaltaban que el heredero de la Corona ya era Príncipe de Asturias, pues así se había dispuesto en un real decreto publicado en el BOE el 22 de enero de aquel año.

Era cierto: a todos los efectos, Felipe de Borbón era ya Príncipe de Asturias, y el acto anunciado en Covadonga no tendría jurídica. El Gobierno centrista cambió su discurso y empezó entonces a hablar de "homenaje del pueblo asturiano" al Príncipe, y a calificar los actos como "simbólicos". Así mismo lo reconoció también la Casa Real.

Felipe de Borbón, que entonces contaba 9 años de edad, tras visitar a la Santina y escuchar misa en la basílica, recibió el 1 de noviembre de 1977, en la explanada de Covadonga, los atributos propios de una tradición suspendida por la segunda república y el régimen franquista: la bolsa de doblas (mil doblones de mantillas del siglo XVIII convertidos en una entrega monetaria simbólica) y la placa o venera del Principado con la Cruz de la Victoria de oro y brillantes, acompañada de un pergamino de reconocimiento del titulo de Principe de Asturias.

La aprobación de la Constitución, el 6 de diciembre de 1978, significó la recuperación de una tradición española: el heredero de la Corona de España ostentaría el título de Príncipe de Asturias. Una tradición cuyo origen su origen se remonta al año 1388, cuando Juan I de Castilla concedió esa dignidad -la más alta que podía recibir un territorio-, a su primogénito Enrique y a su nuera, Catalina de Lancaster, con la intención de apaciguar a una entonces levantisca Asturias, que estaba a un paso de convertirse en un enclave señorial, ajeno al poder real.

El nuevo titulo ya se concedió con cierta ceremonia, tal y como relatan las crónicas de la época: "asiento en trono, manto de púrpura, sombrero en la cabeza, vara de oro en la mano, beso de paz y proclamación como Príncipe de Asturias", según recoge Santos M. Coronas en un documento titulado: "Príncipe y Principado de Asturias : Historia dinástica y territorial de un titulo".

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