Una de las primeras personas en llegar al lugar del suceso fue Carlos García Salazar. "Iba hablando con mi pareja por el manos libres, vi el autobús estampado y le dije: 'Tengo que colgar, acaba de haber un accidente, relata el conductor, que viajaba desde Avilés a Gijón escasos minutos después de que sucediera el accidente.

La imagen que se encontró no la puede definir con palabras. "Era dantesco", acierta a articular. Cuando se acercó, aún no habían arribado los servicios de emergencias, por lo que la suya fue una de las primeras manos amigas que se encontraron las víctimas del accidente. "Nada más llegar, ya te das cuenta de la gravedad de la situación. No había visto esto jamás", relata. "Era terrible, había lamentos, gente pidiendo ayuda, todos desorientados, tirados por el suelo. Muchos estaban moribundos", prosigue.

"Ayudé a salir a un chico, que apenas podía andar. Fue el último que pudo salir por su propio pie", rememora García, que lamenta no haber podido hacer más. "El resto estaban atrapados, no podían salir ni siquiera con nuestra ayuda", explica García.

Tras poner a salvo a quien pudo y avisar a los servicios de emergencia, García procedió a controlar el tráfico para evitar que el suceso fuera a mayores. "Era la mejor forma de ayudar que tenía en ese momento, hasta que llegaran los bomberos y las ambulancias", analiza el gijonés.

Lo que sí tiene claro es que tardará mucho tiempo en olvidar la situación que vivió ayer. "Me hice todo el trayecto hasta Gijón llorando", resume con la entereza de quien sabe que acaba de vivir uno de los peores momentos de su vida.