Ana María García Hevia fue bastante consciente de lo que había hecho, tras coser a puñaladas a Miguel Ángel Súarez. Cuando la entrevistaron las forenses, ésta aseguró : "No me va a pasar nada, lo primero que voy a hacer en el juicio es pedir perdón y con eso vale". En la vista de esta miércoles, las forenses indicaron que la mujer sufre un "ligero" retraso mental, lo que no afecta a sus capacidad volitivas e intelectivas. Además, es consciente del bien y del mal. De hecho, después del crimen, trató de modificar la escena del crimen, limpiando la sangre, poniendo a lavar la ropa manchada y guardando el cuchillo con el que había matado a "Michel", que había quedado doblado, tal fue la violencia y la fuerza empleada para inferir las 35 heridas que presentaba el cadáver. Esto indica cierta "meditación" sobre lo ocurrido y un intento de "minimizar" las consecuencias del crimen.

Para las forenses, a pesar de su retraso, tiene la suficiente autonomía como para "manejarse en su vida diaria". El día de los hechos, no sufrió brote psicótico alguno, estiman. Fue examinada someramente sobre las tres de la madrugada, unas tres horas del crimen, con el fin de determinar si sufría una enfermedad mental, con el fin de derivarla a la unidad de Psiquiatría en caso positivo. Ni ellas ni los agentes observaron que estuviese afectada, ni por las drogas ni por el alcohol ni por una enfermedad mental. Estaba, dijeron, "muy lúcida y segura de sí misma".

La novia de la víctima relató ante el jurado las amenazas de muerte que había recibido de la presunta asesina. "Me decía que Michel era para ella o no era para nadie. Estaba totalmente poseída por él, obsesionada. El día del crimen me llamó hasta cuatro veces, la última a las dos de la madrugada", aseguró. A esa hora, Michel ya había perdido una quinta parte de su sangre y muerto sin remisión. Todas las heridas que infligió la presunta asesina a la víctima podrían haberle causado la muerte, aunque hubo dos, indicaron las forenses, que eran mortales de necesidad. Afectaron al cuello. En la vista de este miércoles se produjo una curiosa disquisición sobre si la víctima sufrió o supo lo que estaba pasando. Tras unas horas fallecido presentaba cuatro gramos de etanol por litro de sangre, una cantidad que le colocaría en un estado etílico semicomatoso. Sin embargo, hay evidencias que podrían indicar que el hombre se incorporó y se sentó sobre la cama, aunque luego volvió a caer sobre ella. La Policía cree que la presunta asesina cambió incluso de posición para seguir arremetiendo contra la víctima sin cortapisas. El juicio prosigue este jueves con los informes finales de las acusaciones y la defensa. Luego se conformará el objeto del veredicto y los miembros del jurado se recluirán para decidir sobre la acusada.