El área de Avilés concentra las mayores alertas en la prevención de la tercera ola

El riesgo se mantiene en un nivel moderado en casi toda el área central y deja a las alas en cotas bajas o en la “nueva normalidad”

Toma de pruebas en El Quirinal | Mara Villamuza

Toma de pruebas en El Quirinal | Mara Villamuza

La curva epidémica asturiana alarga el valle de aproximación a la elevación probable de la tercera ola con el semáforo del riesgo en calma en la mayor parte del territorio y algunos puntos de alerta localizados básicamente en el entorno de la comarca de Avilés. El mapa que resume con colores los peligros de transmisión por zonas, el mismo que se tiñó casi por completo del rojo intenso de la alarma extrema desde finales de octubre y hasta bien entrado diciembre, mantiene en este cambio de año un foco fundamental de prevención: Castrillón y Corvera son, junto a Illas y Muros de Nalón, los puntos del eje central asturiano donde la alerta aún permanece en el nivel tres de los cuatro que marca la escala del Ministerio de Sanidad. Los otros “restos” que quedan de la gran hinchazón que experimentó la pandemia en Asturias están en Quirós y Santo Adriano, aunque debe tenerse en cuenta que , el análisis de las tasas de incidencia resulta poco significativo en poblaciones muy pequeñas.

Son en todo caso los valores de sostenido ascenso que ha experimentado la incidencia en el área sanitaria avilesina los que concentran las mayores inquietudes en la monitorización oficial del estado de transmisión del virus y de la estrategia de contención ante la amenaza de una tercera ola. La actualización del domingo, la última disponible, evidencia una cierta suavización en la pendiente de la tasa de casos diagnosticados en siete días en la comarca, donde este valor ha presentado patrones de crecimiento más “preocupantes”. Allí la pandemia va por su lado, en el tercer escalón del riesgo frente al segundo de la escala de cuatro en el que se sitúa el riesgo medio del conjunto del Principado.

Fuera del cinturón próximo de Avilés, el resto de la franja central de la región se mantiene en la muy relativa tregua de ese nivel “medio” al que los principales municipios asturianos descendieron en torno a las vísperas de la Navidad. Mientras tanto, las alas se han instalado casi por completo en el verde de la tranquilidad completa y la “nueva normalidad” o en el amarillo del peligro bajo, con casi la única excepción de Valdés, aún en fase de peligrosidad moderada. La muy mentada tercera ola todavía no se vislumbra pues más allá del entorno próximo de Avilés.

Los datos acumulados, actualizados y difundidos por el Observatorio de Salud en Asturias inducen a focalizar en ese área la prevención contra una posible puerta de entrada. Esta zona tardó más en entrar y ha demorado más la bajada de la curva de la segunda oleada –en diciembre, Avilés descendió al nivel medio casi diez días después que Oviedo y Gijón– y en enero conserva esas manchas rojas preocupantes también a los ojos de la autoridad sanitaria asturiana, que el pasado domingo activó para esta comarca y para Gijón y su entorno el llamamiento a la vigilancia de la interacción social de los jóvenes de entre quince y 25 años. Se rastrean posibles vínculos en varias direcciones tras la detección de dos brotes en Avilés, uno en un ámbito familiar y otro en torno a alumnos de Bachillerato, y el análisis de la concentración de casos en torno a futbolistas del Sporting.

El caso es que esta distribución geográfica del riesgo otorga niveles “muy altos” de transmisión al cinturón de la comarca avilesina tanto por las tasas de incidencia acumulada de casos a siete y catorce días como por los porcentajes de casos positivos en las pruebas practicadas. Castrillón mantiene su semáforo en rojo ininterrumpidamente desde el 22 de octubre y figura en la cota más alta de la alerta en prácticamente todos los indicadores que se utilizan para medir el peligro: las tasas de incidencia acumulada a siete y catorce días –los casos diagnosticados en el periodo, expresados en tasa por 100.000 habitantes–, estos mismos valores restringidos a la población de 65 o más años y el nivel de positividad de las pruebas de diagnóstico realizadas, además de los niveles de ocupación de los hospitales. Los cuatro municipios asturianos con mayores cotas de impacto a siete días pertenecen todos al entorno próximo de Avilés –son los mentados Illas, Corvera, Castrillón y Muros– y dan idea de dónde están focalizados los intentos de contención de la llegada de la tercera ola.

Presentan todos ellos valores muy superiores a los setenta casos por 100.000 habitantes en una semana que computa Asturias y que se elevan hasta rondar el centenar en el conjunto del área sanitaria III, a la que pertenece la comarca avilesina, la más afectada. Los otros grandes municipios del eje central asturiano revelan tendencias de suave estabilización o muy leves repuntes tras la rebaja de la hinchazón de la segunda ola.

La “meseta incierta”

La atención de la estrategia de control se concentra geográficamente ahí, pero se fija también en la incidencia de la pandemia entre las personas mayores, que fuentes del Observatorio de Salud ven en “una meseta incierta”. Este valor, con una tasa de cuarenta diagnósticos en siete días, diez veces inferior al del pico del 14 de noviembre, induce una monitorización atenta por su “alta correlación con las curvas de hospitalizados”.

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