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Fallece Joaquín Rivero, dueño de Almacenes Molina, popular comercio mayorista de Gijón

Emprendedor con mucho talento para los negocios y gran amante de la música, era el padre de la subdirectora general de LA NUEVA ESPAÑA

Fallece Joaquín Rivero, dueño de Almacenes Molina, popular comercio mayorista de Gijón

Cariñoso, vitalista, entregado a su familia, amigo de sus amigos, con gran talento para los negocios y un inconfundible humor playu. Así será recordado Joaquín Rivero Batalla, fallecido ayer a los 88 años tras una vida dedicada a los suyos y a emprender. Dueño durante décadas del popular comercio mayorista de alimentación Almacenes Molina, con sede en Gijón, estaba casado con Ángeles Velasco y tuvo tres hijos: Ángeles, subdirectora general de LA NUEVA ESPAÑA; Carmen, coordinadora de trasplantes en el Hospital Clínico de Santiago de Compostela, y Alejandro, marketing manager de la compañía MBA.

Rivero nació en Tazones (Villaviciosa), aunque se trasladó a Gijón con su familia siendo un niño. Su padre, Alejandro, fue marino, y su madre, Ángeles, regentó dos conocidos colmados en el barrio de Cimadevilla, en las calles María y Veintisiete de Diciembre. De pequeño, soñaba con dedicarse a la música, aunque pronto inició otro tipo de ocupaciones. Primero, como botones en el Hotel Saratoga de la calle Corrida. Y, después, como trabajador en Almacenes Molina, propiedad entonces de unos tíos de la que se convertiría después en su esposa, que también regentaron el bar Ideal, en El Llano, y los céntricos negocios El Huevo de Oro y Autoservicios Cargeli, ambos en la calle San Bernardo y muy conocidos en la ciudad.

Ya casados, Joaquín Rivero y Ángeles Velasco cogieron las riendas del negocio mayorista, con sede en la calle Avilés, en el corazón del barrio de Laviada, y con sucursales en la calle Eleuterio Quintanilla y en la carretera Vizcaína. En poco tiempo, gracias a su carácter alegre y a su constancia en el trabajo, se convirtió en alguien respetado en el sector. La mayoría de sus clientes eran de Gijón, pero también los había en Villaviciosa, Colunga, Caravia, Gozón, Ribadesella y algunos concejos de las cuencas mineras. Los que le conocieron destacan su enorme habilidad para las relaciones sociales y comerciales, de la que hizo gala hasta su jubilación.

Aficionado a cantar y a tocar la armónica, una vez retirado frecuentó los negocios hosteleros de Laviada, donde hacía tiempo que se había ganado el cariño de muchos. Disfrutaba hablando con su único hermano, Silvestre, que fue jugador del Sporting antes de fichar por el Jerez, motivo por el que reside desde hace décadas en la localidad gaditana del Puerto de Santa María. Y, en la última etapa de su vida, sintió total devoción por Darío, su único nieto. A sus amigos les solía contar que no necesitaba viajar porque en Gijón se sentía “el hombre más feliz del mundo”. Frecuentaba la playa de San Lorenzo y guardaba con orgullo una insignia del Sporting que recibió en un homenaje. También simpatizaba con el Real Madrid, aunque en pasión futbolística, su esposa, de origen palentino, le superaba.

La iglesia de San José de Gijón acogerá hoy, a las 18.00 horas, el funeral por su eterno descanso, después de un velatorio en la intimidad por decisión de sus más allegados. Todos cuantos hacemos LA NUEVA ESPAÑA nos sumamos al dolor de nuestra compañera Ángeles y de su familia en estos momentos de duelo.

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