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Asturias es la cuarta provincia más afectada por el robo de cable ferroviario

El Principado sufrió 62 incidencias en sus trenes, por detrás de Madrid, Barcelona y Sevilla

Asturias es la cuarta provincia más afectada por el robo de cable ferroviario

El kilo de cobre se pagaba hace dos años a 5,5 euros. Ahora mismo, pese a haber bajado en los últimos meses, su precio se sitúa en 7,7 euros. El metal supone un negocio boyante, legal e ilegal, con bandas dedicadas a robarlo, sobre todo cuando el material está caro, en transformadores y subestaciones, huertos solares, líneas telefónicas, tendido eléctrico y catenarias. Junto a los episodios vandálicos, sin ánimo de lucro, el delito supone un grave problema para el funcionamiento de los trenes en toda España. Según los datos proporcionados a este diario por el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), la sustracción de cables afectó el pasado año a 808 trenes. Solo en el primer trimestre de 2022, 258 ferrocarriles se vieron retrasados. El ritmo de los robos se ha intensificado en los últimos tiempos. Asturias

Adif distingue en sus estadísticas entre actos vandálicos y robos de cable. Los primeros han sido tradicionalmente más numerosos. Sin embargo, en un síntoma claro de la tendencia al alza de los hurtos, “las sustracciones de conductores eléctricos son las que provocan mayor número de incidencias a partir de 2021”, explican fuentes del gestor de infraestructuras ferroviarias. En total, sumando ambos conceptos, entre 2019 y el primer trimestre de 2022 se registraron 2.284 incidencias que afectaron a 5.800 trenes, la mayoría de líneas convencionales, no de alta velocidad. El retraso global de todos estos percances fue de 107.000 minutos. Es decir, más de 74 días. La provincia más afectada fue Madrid (286 incidencias), seguida de Barcelona (220), Sevilla (161), Asturias (62) y Tarragona (31).

El caso reciente más sonado tuvo lugar el lunes por la mañana. El hurto en Tarragona de 600 metros de fibra óptica (que por otra parte contiene muy poco cobre) suspendió durante cinco horas la circulación en la línea de Alta Velocidad entre Madrid, Barcelona y Figueres. En Sants se vivieron escenas caóticas, con cientos de pasajeros atrapados sin ninguna alternativa de transporte. Varios de ellos compararon la estación barcelonesa con una "ratonera".

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