La mitad de la enfermería sigue con miedo al covid, concluye un estudio regional

Una investigación de la Universidad detecta altas tasas de profesionales «quemados», lo que representa «otra amenaza para su salud mental»

La enfermera Lali Gutiérrez, en una imagen de archivo, manejando un test de antígenos en el centro de salud de La Calzada II, en Gijón. | Juan Plaza

La enfermera Lali Gutiérrez, en una imagen de archivo, manejando un test de antígenos en el centro de salud de La Calzada II, en Gijón. | Juan Plaza

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

La mitad de las enfermeras de Asturias continúan teniendo un alto nivel de miedo al covid-19 pese a estar vacunadas en su inmensa mayoría. Esta es la principal conclusión de un estudio liderado por profesores de la Facultad de Enfermería de Gijón que ha contado con el apoyo del Colegio de Enfermería de Asturias. En el marco de la investigación fueron sondeadas más de 800 profesionales del Servicio de Salud del Principado (Sespa).

«El nivel de miedo al coronavirus es mucho más alto entre profesionales sanitarios que en población general, y lo mismo sucede con las repercusiones psicológicas de la pandemia», señala David González Pando, profesor de la Facultad de Enfermería gijonesa e investigador principal junto a Fernando Alonso. Los otros autores de la investigación son Covadonga González-Nuevo, Álvaro Postigo, Ana González y Marcelino Cuesta, integrantes del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo.

El estudio aparecerá publicado en breve en la revista «Journal of Clinical Nursing», una de las más influyentes del sector. Los resultados obtenidos ponen de relieve que tras la vacunación completa frente al virus SARS-CoV-2, el miedo a la enfermedad no se ha reducido entre los profesionales.

«El 50 por ciento de la plantilla presenta niveles de miedo elevados que se relacionan estrechamente con problemas de salud mental como ansiedad o depresión», indican los autores del trabajo. Y añaden: «Este dato es relevante en sí mismo, porque el miedo es el principal obstáculo a la hora de proporcionar cuidados a los pacientes».

Las diferencias entre los profesionales de primera línea –los que trabajan en las área de urgencias y cuidados intensivos (UCI)– y el resto de las plantillas sanitarias, que había sido identificada al inicio de la pandemia, «han desaparecido», subrayan los autores del estudio.

De otro lado, la investigación muestra que más de la mitad de los profesionales presentan altos niveles de burnout (síndrome de estar quemado) a pesar de la mejora de la situación pandémica. «La enfermería sigue siendo una de las profesiones más afectadas por este grave problema, que representa una amenaza adicional para su salud mental», indica el profesor González Pando.

Dado el contexto actual de escasez de profesionales en el ámbito de a enfermería, la investigación recomienda implementar dos tipos de acciones para proteger la salud mental de las enfermeras. Primero, «dotarles de estrategias psicológicas y habilidades personales para ayudarlas a enfrentar los desafíos cotidianos de su actividad profesional. Segundo, «mejorar los sistemas de apoyo, comunicación y organización de los servicios sanitarios, así como las condiciones de trabajo, garantizando el personal suficiente ante un déficit estructural de profesionales».

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