Incendios en Asturias

Crónica de una jornada "muy jodida" en Tineo y Valdés: "Nunca vimos arder tan rápido"

El fuego azota con virulencia la zona occidental del Principado, destruyendo propiedades y atemorizando a los vecinos: "La noche fue muy jodida"

José Raúl  Fernández  contempla su casa, en ruinas. | Miki López

José Raúl Fernández contempla su casa, en ruinas. | Miki López / Nombre APELLIDOJavier Sámano Lucas

Los niños del colegio Príncipe Felipe, de Navelgas, juegan al fútbol en el recreo. Es jueves, brilla el sol, ya asoma el fin de semana. Hace bueno. O no. A apenas unos metros del patio en el que se dirime ese anodino partido escolar, como si se tratase de realidades paralelas, se discute de incendios y tragedias. El campamento base de la Unidad Militar de Emergencia (UME) es un hervidero desde primera hora de la mañana. Agentes de la UME, guardias civiles, policías locales y bomberos preguntan, vienen, van; no paran, en definitiva. No tienen tiempo que perder. Ayer al mediodía había 87 incendios activos en 35 concejos asturianos. Si el dato hiela la sangre, ponerle cara y ojos a la desgracia corta la respiración.

José Raúl  Fernández  contempla su casa, en ruinas. | |   MIKI LÓPEZ

Manuel Villaverde. | MIKI LÓPEZ / Nombre APELLIDOJavier Sámano Lucas

Ya ha terminado el recreo. Algunos niños observan desde la ventana el despliegue logístico. Sus rostros bisoños traslucen una lógica fascinación. No todos los días acampan camiones militares, como los de las películas americanas, a 20 metros de la clase de matemáticas. El sonido del helicóptero de reconocimiento se entremezcla con el de las conversaciones cruzadas. "¿Se puede pasar por Paredes? Es que quiere ir por allí la Consejera", le pregunta un guardia civil a un miembro de la UME. Mientras, no deja de subir y bajar gente del puesto de mando. Allí, el hombre al cargo va despachando reuniones improvisadas con la misma agilidad con la que apura un litro de Aquarius de limón.

Arriba, Manuel Villaverde.  Debajo, un helicóptero de los bomberos. | |  MIKI LÓPEZ

Un helicóptero de los bomberos. | MIKI LÓPEZ / Nombre APELLIDOJavier Sámano Lucas

Unos pocos kilómetros más arriba de Navelgas se encuentra Fuentes. Este pequeño pueblo, perteneciente al concejo de Tineo y con apenas 121 habitantes, es uno de los más castigados por los incendios. La sinuosa carretera de acceso a Fuentes presentaba ayer dificultades agregadas. La acción del fuego, en combinación con el viento, había cubierto los caminos de roca ennegrecida. Los prados verdosos, embellecidos por un sol de (in)justicia, contrastaban con las laderas recubiertas de ceniza. Era como subir al Teide pasando por Picos de Europa. Una cosa extrañísima.

Arriba, José Manuel Antón, Emilio Antón  y Noelia Rodríguez, en Foyedo. Debajo,  el presidente regional,  la delegada del Gobierno y el presidente de la Junta, en el puesto de mando en Navelgas. |

El presidente regional, la delegada del Gobierno y el presidente de la Junta, en el puesto de mando en Navelgas. / Nombre APELLIDOJavier Sámano Lucas

Apenas había un alma en el pueblo. El fuego se había cobrado una cabaña abandonada y una casa, de la que aún era reconocible la estructura. Aún quedaban en pie algunos azulejos de la cocina y se intuía la lavadora. Lo demás, polvo y escombros. No quedaba rastro del techo. Las ruinas aún conservaban el calor de las llamas.

Las brañas de Tineo y Valdés ardiendo durante la mañana de ayer. Prácticamente de cada cresta salía una columna de humo. | Miki López

José Manuel Antón, Emilio Antón y Noelia Rodríguez, en Foyedo. / Nombre APELLIDOJavier Sámano Lucas

En la desastrada casa pasaba los veranos una familia residente en Madrid. José Raúl Fernández, vecino del pueblo, certificó el derrumbe de la vivienda. "No había nada que hacer. Si me dicen que va a peligrar esta casa, te juro que no me lo creo", asegura. El miércoles por la tarde, Fernández se disponía a trabajar con su tractor. Enseguida alertó a su hijo: "Ven, chaval, esto no ye normal". El fuego se extendió a velocidad de vértigo. "En cinco, diez minutos, ya estaba todo quemado. Nunca vi arder a tal velocidad", expone. Ayer todavía asomaba alguna tímida brasa en Fuentes, aunque lo peor ya ha pasado. El fuego no tiene fácil trepar, pues circunvala el pueblo una vasta extensión de tierra quemada.

En Tineo y Valdés

Un bombero trata de sofocar las llamas en un monte tinetense. | Miki López / Nombre APELLIDOJavier Sámano Lucas

Entre Fuentes y Navelgas se encuentra Foyedo. De allí son José Manuel y Emilio Antón y Noelia Rodríguez. Viven en una casa azul pegada a la carretera. Encima del tejado seguían vivos pequeños fuegos. Aunque confiaban en que la casa quedase indemne. "Supongo que el fuego no llegará a la casa", auguraba Emilio. Llevaban más de un día entero sin dormir. "La noche fue muy jodida", reconoce Noelia. La ayuda de los vecinos impidió que anoche perdieran su propiedad. No se sabe si Asturias arde o la queman. Lo que es seguro es que duele en el alma ver cómo se consumen en la hoguera los hogares y los recuerdos de tantos asturianos inermes.

En Tineo y Valdés

Las brañas de Tineo y Valdés ardiendo durante la mañana de ayer. Prácticamente de cada cresta salía una columna de humo. | Miki López / Nombre APELLIDOJavier Sámano Lucas

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"Vamos de un lado para otro, hacemos lo que podemos". La resignación de un bombero porfiando por que el fuego no alcanzase Ovienes, en el concejo de Valdés, era la misma que asolaba a los habitantes de esta pequeña localidad montañosa, que anoche tuvo que ser desalojada. Marta García, vecina del pueblo, sopesaba ayer por la tarde entre sollozos la idea de perder su casa. "¿Qué haces, qué te llevas si viene el fuego?", se preguntaba García, para la que la situación "muy triste" que les está tocando vivir no es producto de la mala fortuna, sino fruto de la acción de uno o varios desalmados. "Creo que ha sido intencionado; no es normal que la gente haga estas barbaridades", lamentaba. A las puertas de una casa del pueblo flanqueada por figuras de animales talladas en madera, un grupo de ovieneses veteranos repartía culpas. Uno señalaba a los ecologistas. Otra vecina, partidaria de la tesis de García, iba más allá: "Quieren acabar con los pueblos".

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