Jorge Méndez: «Aunque esté muy mal vista, sin la minería no habría civilización, ni Whatsapp»

El físico canario asegura que el mundo está «dominado» por las tierras raras, minerales cuya explotación lidera China y que están presentes hasta en los billetes

Jorge Méndez, profesor e investigador del departamento de Física de la Universidad de La Laguna: "La fotosíntesis artificial permitirá obtener hidrógeno del agua"

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

El investigador Jorge Méndez Ramos muestra unos vidrios muy pequeños. Parecen los trocitos de una ventana, sobre los que coloca a continuación un puntero láser. Tras unos segundos, se hace la magia. De ellos, salen humo y una luz. «Esta luz domina el mundo», afirma. La luz que producen las tierras raras y gracias a la cual «tenemos Whatsapp». 

Méndez, que es profesor del departamento de Física de la Universidad de La Laguna (Tenerife), hizo este experimento en directo en la última jornada de la VIII Semana de la Ciencia «Margarita Salas», que organiza LA NUEVA ESPAÑA con el patrocinio de Bayer, Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, Asturagua, Unicaja Banco, Química del Nalón, Telefónica, Gilead, IEDUCAE, Fertiberia, Windar y el Ayuntamiento de Oviedo, y la subvención del Gobierno del Principado de Asturias. «La minería está muy mal vista, pero sin ella no habría civilización. Sin las tierras raras, no habría Whatsapp», remarcó el científico, que demostró ser un excelente divulgador. Pronunció en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA una conferencia muy amena, que incluyó hasta discursos de Obama y fragmentos de películas tan famosas como «Regreso al futuro». Fue presentado por el catedrático de Química Orgánica de la Universidad de Oviedo Miguel Ferrero, también presidente de la Asociación de Químicos del Principado. 

Jorge Méndez, que es el investigador principal de un proyecto (llamado MAGEC-Research) que busca nuevos materiales para generar energía y explorar tierras raras en Canarias, empezó precisamente hablando de eso, de las tierras raras. ¿Y qué son? En realidad, ni son tierras ni son raras. Son minerales que «tocamos todos los días»; en el teléfono móvil y hasta en los billetes. «Esas bandas plateadas de los billetes contienen europio, que es una tierra rara», aclaró. Tampoco son materiales poco abundantes; el problema está en que se encuentran «muy desperdigados por el mundo», como «la sal y la pimienta en un guiso». No obstante, apostilló Méndez, China tiene «la garra de panda» sobre las mayores minas. Más del 98% de las tierras raras salen del país asiático y, más concretamente, de un sitio: Bayan Obo, en Mongolia Interior. 

De estos minerales –algunos cuestan 20.000 euros el kilo–, dependemos casi para todo. De ahí que el profesor canario, mostrando un frasco de tierras raras, apunte: «Este botecito nos domina». Y para que China no nos domine tanto, se buscan tierras raras en muchos lugares. Algunos son lejanos, como Japón, que ha encontrado estos minerales en lodos submarinos, y otros son cercanos, como Canarias. Jorge Méndez y su equipo han encontrado «importantes indicios mineros de tierras raras –aún no se puede hablar de yacimientos– en las islas, sobre todo en Fuenteventura y en sus montes submarinos. 

«Estamos muy orgullosos de este hallazgo. Encontramos una concentración de tierras raras de 10 kilos por tonelada. Eso es mucho en comparación con otras minas del mundo, sin contar la excepción china de Bayan Obo», indicó. Normalmente, en la superficie terrestre, esa concentración es de 100 gramos por tonelada. «Imagínense una roca con el peso de una lata de sardina», explicó gráficamente. 

Pregunta Jorge Méndez al público: «¿Combustibles fósiles o energías renovables? ¿Con cual se quedan?». Él mismo se contesta: «Me dirán que energías renovables, por supuesto». Pero la realidad es otra y puso como ejemplo llenar el tanque de un coche de gasolina: «Equivale a elevar 4 millones de litros de agua y a 80.000 baterías de Iphone. Pero es que además lo llenamos en tres minutos. Y en tres minutos la energía que metemos son 5 megavatios. Una central nuclear produce 1 gigavatio, es decir, 200 personas llenando el tanque de combustible». 

Esto viene al caso para demostrar que «debemos abandonar los combustibles fósiles no porque se vayan a acabar, sino porque es mejor». El reto está en que «las energías renovables nos den lo mismo que los combustibles fósiles». Sean igual de eficientes. Y en esto, enfatizó Jorge Méndez, «la naturaleza tiene mucho que decir». De hecho, el físico de la Universidad de La Laguna trata de imitar en el laboratorio lo que hacen las plantas con el sol para producir energía. Aunque parezca increíble, solo una hora de sol, aseguró, cubriría el consumo anual de electricidad. La cuestión es que no estamos aprovechando su calor al máximo. 

Hidrógeno con las salinas

«El sol es como una naranja –detalló–. Y queremos exprimirla al máximo. Pero el exprimidor, es decir, las placas solares, únicamente tienen una eficacia del 30%. Dicho con otras palabras, cuando exprimimos, dejamos mucha pulpa. Y eso ocurre porque más del 50% de la energía del sol es infrarroja, no es visible y no lo absorben las placas». La misión de Méndez es exprimir al 100% el sol mediante la conversión espectral, que, dicho de forma muy resumida, consiste en utilizar dos fotones del infrarrojo y transformarlos en un fotón visible. Y para que eso sea posible, se necesitan las tierras raras. Volvemos al inicio del todo: dominan el mundo. 

Méndez lidera una investigación sobre fotosíntesis artificial que plantea usar las tradicionales salinas canarias para obtener hidrógeno del agua del mar con energía solar. «Nos propusimos que además de la sal tradicional, pudiesen producir hidrógeno verde», explicó. Y en ello están: llevando las salinas al laboratorio y tratando de sacar combustible verde. «Las plantas no tienen una placa ni un molino. Almacenan la energía del sol en enlaces de hidrógeno», añadió. Se trata de seguir sus pasos. Standford y Harvard ya han presentado proyectos en esta línea, de uso de piscinas de agua de mar poco profundas para la generación de hidrógeno con energía solar. Canarias, que tiene elevados índices de irradiación solar durante todo el año y está rodeado de agua, parece el mejor laboratorio para intentarlo. Todo esto prueba, según Jorge Méndez, aquello que decía Einstein de: «La imaginación es más importante que el conocimiento». 

El científico de la Universidad de La Laguna sorprendió al público realizando un experimento en vivo. Cogió unos vidrios que contenían tierras raras y les aplicó un puntero láser. El infrarrojo de repente se volvió visible con una luz verde y humo. Eso mismo es lo que hace en el laboratorio. «Esta luz domina el mundo. Gracias a ella tenemos WhatsApp y nos comunicamos por internet», aseveró. 

Jorge Méndez concluyó su conferencia con un vídeo con imágenes de las salinas de Canarias con música de la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Mejor final, imposible. 

Amador Menéndez: «Buscamos la experiencia, pero también la rebeldía de los jóvenes científicos»

Luis Liz y la nanotecnología. Sara García y la investigación oncológica (además de los viajes espaciales). Verónica Bolón y la inteligencia artificial. Jesús Vioque y la comida sana. Y Jorge Méndez y las energías renovables. Esos fueron los ponentes y las temáticas que protagonizaron la VIII Semana de la Ciencia «Margarita Salas» de LA NUEVA ESPAÑA, que ayer llegó a su fin, tras cosechar un gran éxito tanto dentro como fuera del Club Prensa Asturiana. 

El miércoles, la primera mujer española aspirante a astronauta, Sara García, concentró en el Calatrava a casi 1.600 alumnos, dentro de la nueva actividad «Semillero científico», de fomento de las vocaciones científicas. «Fueron 1.600 semillas que necesitan referentes y que algún día germinarán y se convertirán en investigadores», destacó, en el acto de clausura, el coordinador de la Semana e investigador del centro tecnológico Idonial, Amador Menéndez. 

El científico aseguró que la selección de ponentes le lleva al equipo organizador de las jornadas un año entero. Se busca, como es evidente, la paridad y la variedad y actualidad en los temas a abordar. También, enfatizó, «una mezcla de perfiles jóvenes y con experiencia». «Necesitamos la experiencia, pero también la rebeldía y la osadía de los jóvenes investigadores», manifestó. Amador Menéndez agradeció a LA NUEVA ESPAÑA, como previamente lo hicieron el conferenciante Jorge Méndez y el catedrático Manuel Ferrero, su apuesta por divulgar la ciencia. «Porque –añadió– los contenidos aquí tratados no solo llegan a los que están en esta sala (por el Club Prensa Asturiana), sino a muchísimos más en sus casas gracias a la publicación de informaciones sobre las charlas». Por último, Menéndez agradeció el apoyo brindado por los patrocinadores y el Gobierno del Principado de Asturias. 

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