Adiós al urbanista que dejó huella en media Asturias: su legado en Gijón, Oviedo, Avilés, Villaviciosa...

Los nuevos modelos de construcción de Viesques o Moreda y las grandes zonas verdes de Gijón llevan su firma

Es autor del planeamiento del Naranco, que mezcla el ocio y la protección del Prerrománico

Verdicio y el campo dunar de El Espartal, sus trabajos en el ámbito paisajístico en la comarca de Avilés

Su mentalidad ambientalista provocó una sonora polémica en los terrenos próximos al estuario de Villaviciosa

Adiós al urbanista que dejó huella en media Asturias: su legado en Gijón, Oviedo, Avilés, Villaviciosa...

Adiós al urbanista que dejó huella en media Asturias: su legado en Gijón, Oviedo, Avilés, Villaviciosa...

M. C. / Félix Vallina / S. F. / Lucía Rodríguez

Parque de la Providencia. | Marcos León |   Á. GONZÁLEZ

Parque de la Providencia. / Marcos León

El Plan General que frenó los "disparates" del urbanismo de Gijón

M.C., Gijón

A los desmanes urbanísticos que se venían perpretando en Gijón desde la década de los años 60 del siglo pasado les puso freno el primer Plan General de Ordenación (PGO), elaborado por Ramón Fernández–Rañada en 1982, ayudado de varios colaboradores. Con lo que ya estaba hecho, como las moles de edificios que dan sombra a la playa de San Lorenzo, no se podía volver atrás, pero el conocido como "plan Rañada" puso las bases para que el crecimiento de la ciudad se hiciera de una forma bien distinta desde entonces, con nuevos estilos de construcción, como los que se pueden ver en barrios como Viesques, Moreda o Montevil. También aquel plan diseñó las grandes áreas verdes de una ciudad como Los Pericones, el Cerro de Santa Catalina o el parque de La Providencia, donde una mente abierta como la suya llegó a plantear que se soltaran asturcones para mantener el césped.

Jesús Morales, concejal de Urbanismo durante dos décadas, que gestionó su área con el primer plan Rañada y con el segundo que hizo a mediados de los noventa, señaló ayer que "todo lo que cambió Gijón se debe en gran parte al trabajo de Ramón". "Fue darle la vuelta totalmente al urbanismo que se venía haciendo en los 60 y 70 y plantear un modelo de ciudad totalmente distinto a los disparates que se habían hecho, como en el Muro y La Arena", indicó. "También lo que hizo con el plan fue poner freno a la piqueta que estaban derribando multitud de edificios valiosos en la ciudad, al elaborar el catálogo urbanístico", remató.

Santa María del Naranco. | Miki López |  MIKI LÓPEZ

Santa María del Naranco. / Miki López

El diseño inacabado de Oviedo, la ciudad que conocía "al dedillo"

Félix Vallina, Oviedo

El arquitecto Vicente Díez Faixat, amigo de Rañada, señaló que "supo sentar las bases, lo mejor que se hizo en Gijón respira de Rañada". "Los planes siguientes mantienen iniciativas de Rañada, aunque ya se pierden en muchos detalles, pero los conceptos generales del crecimiento de la ciudad los planteó él. Gijón le debe mucho en urbanismo, es una persona insustituible", destacó. Díez Faixat indicó que la labor urbanística de Rañada en la ciudad "me parece lo más interesante que se hizo en Gijón en el último medio siglo" y recordó que se quedó con una espina clavada, solucionar el problema de la barrera ferroviaria, renunciando a plantear unificar las estaciones que había entonces "por las presiones que sufrió".

Dice el arquitecto Víctor García Oviedo que la capital del Principado todavía sigue pagando las consecuencias de aquella decisión que apartó a su colega Ramón Fernández-Rañada de la elaboración del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que se cerró en el año 1986. "No tiene nada que ver con lo que podía haber hecho Ramón. Conocía Oviedo palmo a palmo y se postuló para trabajar en su desarrollo, pero no lo eligieron y aquello hizo que se fuese a Gijón para liderar el cambio urbanístico de la ciudad", explica.

A pesar de aquel desencuentro puntual, la relación de Fernández-Rañada con su Oviedo natal fue estrecha a lo largo de su carrera. Actualmente el urbanista estaba trabajando en la revisión del Plan General de Ordenación en colaboración con el propio Víctor García Oviedo y con el biólogo Emilio Rico, un equipo que comenzó a desarrollar este cometido por encargo del anterior tripartito (IU, PSOE y Somos) y que continuó haciéndolo con llegada de la derecha. "Los planes urbanos trascienden a los mandatos políticos. No se lo que va a pasar ahora tras la muerte de Ramón, pero pase lo que pase todo el trabajo que hemos realizado, todo el material teórico que tiene ya el Ayuntamiento sirve como soporte", señala García Oviedo.

El modelo de ciudad que se contempla en el Plan General en el que trabajaba Fernández-Rañada se centra en diez proyectos o piezas clave "para afianzar la capitalidad de Oviedo". Esos diez "puntos clave" son el casco histórico; el Prerrománico, el Camino Primitivo de Santiago y el Camino Real; el Naranco; los campus universitarios; el bulevar de Santullano; la Fábrica de Armas de La Vega; la Fábrica de Gas; los antiguos terrenos del HUCA en el Cristo; la Ronda Norte y los futuros bulevares de la ciudad. Otra de las aportaciones es el plan especial para el Naranco, que fue redactado en los primeros años noventa del siglo pasado y nunca llegó a ejecutarse. Fernández-Rañada plasmó en ese documento su idea de compaginar el desarrollo turístico y de ocio del monte con el respeto y la preservación de los monumentos prerrománicos. El plan de Rañada para el Naranco incluye la conocida como "variante del Prerrománico", un nuevo trazado de carretera "más amable".

Pasarela sobre las  vías junto al Niemeyer en la ría de Avilés. |

Pasarela sobre las vías junto al Niemeyer en la ría de Avilés. / Á. González

La huella en Avilés: del planeamiento de los 80 a los parques playa

S. F., Avilés

La huella de Ramón Fernández-Rañada en Avilés es, también, la de Enrique de Balbín. Él fue quien cumplió el cometido de completar el documento marco para la revisión del Plan de Ordenación de Avilés en 1980. En 1982, también en colaboración con Enrique de Balbín, desarrolló el encargo de dar forma al Plan General de Ordenación de la ciudad de los 1982 a 1985. El esquema del eje interportuario asturiano Avilés–Gijón encargado en 2009 por el Gobierno del Principado en colaboración con José María Iglesias Fernández también forma parte de los encargos en la comarca avilesina a Rañada, aunque, como coinciden en señalar fuentes municipales, directamente no tuvo mucho que ver.

Rañada y Balbín lograron los contratos del plan de Gijón y del de Avilés al mismo tiempo y Rañada se encargaría del de Gijón y Balbín del de Avilés con Julio Redondo, el exarquitecto municipal y otra colaboradora. Con la firma de Ramón Rañada también se activó el parque playa de Verdicio, en Gozón o el plan especial de protección paisajística del campo dunar del Espartal, en Salinas. En este caso únicamente se realizó un avance del planeamiento, porque el trabajo fue interrumpido.

Su socio en todos los proyectos urbanísticos en la comarca avilesina defendía en su último acto público en la ciudad que recuperar la muralla de Avilés estaba "chupao". De Balbín, peleó en los últimos años, de acuerdo con Rañada, por cambios en el Plan del casco histórico que finalmente se tuvieron en cuenta en el documento definitivo, años mediante. "La primera propuesta del plan era terriblemente mala y lo de ahora es razonable, creo que va a quedar bien (...) El Ayuntamiento lo ha encauzado, aunque con paso lento", subrayó.

El criterio de ambos acerca de soterrar las vías por delante del parque del Muelle era el de "una idea inteligente" aunque pedían aprovechar para meter también por ahí el tráfico de la arteria del Puerto. "La ronda norte es absurda. Y hay más cosas tremendas", defendía Balbín en cuyas manos estuvo entre la década de los ochenta y noventa la planificación urbanística de Avilés junto a Rañada, más centrado en Gijón en aquel momento.

La ría de Villaviciosa. |

La ría de Villaviciosa. / Miki López

La idea que puso coto a la edificación junto a la ría de Villaviciosa

Lucía Rodríguez, Villaviciosa

"Fue el urbanista de referencia en Asturias durante decádas". Así define a Ramón Fernández-Rañada el arquitecto maliayés Juan Pedrayes. Valoración que corrobora Alejandro Vega, alcalde de Villaviciosa. "Como urbanista, era uno de los más grandes de nuestro país, como pude comprobar al verle trabajar en el plan de Cabranes, para el que recorrió el concejo palmo a palmo. Y también estábamos ante un sabio, pues sus conocimientos iban mucho más allá, abarcando múltiples áreas", afirmó Vega. Salvador Barro, vicepresidente de la Asociación de Amigos del Paisaje de Villaviciosa Cubera explica que "Rañada elaboró un Plan especial para la ría de Villaviciosa hacia 1986 y 1987, que, como él mismo decía, estaba dentro de un ámbito de una reserva natural parcial". Aquel plan "supuso un cambio radical en la perspectiva del urbanismo, porque el que había era muy laxo". El proyecto del arquitecto establecía muchas restricciones, porque "estábamos hablando de un urbanismo con un carácter de protección muy severa, en el que intentaba compatibilizar los usos residenciales con esa misma protección".

Aquello suscitó mucha polémica, tanto es así que "cuando se presentó supuso casi una lapidación pública", señala Barro. Y es que Rañada establecía zonas "en las que no se podía edificar, pero también otras zonas en las que había que levantar cualquier construcción que hubiera". "Esto provocó que mucha gente que tenía allí su casita de vacaciones o de fin de semana, se sintiera perjudicada porque se quedaba fuera de la ordenación", añade el vicepresidente de Cubera.

Alejadro Vega destaca que "ante una tarea muy compleja, donde es evidente que se cometieron errores, le tocó cargar con muchas críticas y culpas que no le correspondían". "Sus propuestas y trabajos no se vieron acompañados del apoyo administrativo y político, ni las inversiones necesarias para llevarlas a cabo", añade. El plan de Rañada, que fue modificado en 1998, supuso un cambio sustancial. "Salvó buena parte de la ría", concluye Barro.

El gran Ramón

Un arquitecto guiado por una decencia y una honradez inmaculadas que transformó el urbanismo asturiano, por Pedro de Silva

Conocí a Ramón Fernández-Rañada a principios de los años 70 del pasado siglo, en el seno de la gran incubadora de ideas, periodistas y políticos que fue la revista Asturias Semanal, el más formidable think–tank (junto con SADEI) que tuvo la Región en los tiempos que todavía podemos llamar recientes. Ramón, un joven e imaginativo arquitecto, publicaba junto con dos colegas, Jesús Graña y Gerardo Fernández-Bustillo (los tres serían grandes amigos míos), un tira cómica cargada de intención, firmada como "bustillo-graña-rañada". En aquella gloriosa revista, con Graciano García al timón y Juan de Lillo como contramaestre, todos creíamos estar en el secreto de los nuevos tiempos y hacíamos cada uno lo que podía, desde posiciones solo coincidentes en eso, para tratar de acelerar su llegada.

Luego de un modo u otro todos nos iríamos implicando en un activismo político arriesgado pero más o menos llevadero. Ramón Rañada está ya en los primeros compases de Democracia Socialista Asturiana (DSA) el grupo que formamos en el otoño de 1974, aunque él estuvo también en la fundación de la Junta Democrática de Asturias, en la que DSA –que Ramón abandonaría pronto– nunca llegaría a integrarse. En la primera gran manifestación cívica unitaria de enero de 1976, en el paseo de Los Álamos de Oviedo, Ramón, que por entonces tenía un papel de importancia en la Junta Democrática de España, aparece en el centro de la primera fila, fumándose literalmente un puro, minutos antes de que, tras una sentada, la "mani" fuera disuelta a palos por los "grises", echando todos a correr Parque San Francisco arriba. Algo después, durante largos meses, las reuniones de la Platajunta de Asturias, el organismo unitario que reunía a todas las fuerzas que pujaban por la democracia, se celebrarían en una sala de paredes forradas de corcho de su estudio de Fruela. Pero a lo largo de todo el tiempo anterior a las elecciones de junio de 1977 el activismo sociopolítico de Ramón se desplegaría también en las diversas causas cívicas de la época de Oviedo y Asturias, en especial las relacionadas con el medio ambiente, el urbanismo y los colegios profesionales, comprometiéndose a fondo en ellas con la mayor generosidad. Al llegar las elecciones se integró en el movimiento de la izquierda asturianista Unidad Regionalista, formando parte de la candidatura al Senado. La cosecha en votos fue parca, y, tras las elecciones, Ramón debió de considerar cumplido su compromiso propiamente político en favor de la democracia.

Ese final de etapa supondría al propio tiempo el inicio de su inmenso trabajo por el mejor urbanismo de la Región, fuera del ámbito del poder político pero igualmente comprometido con unos principios, que nunca dejaron de presidir su comportamiento profesional. Redactor principal del primer Plan General de Ordenación Urbana de Gijón, cuya elaboración arranca de las primeras elecciones municipales de la democracia, de Abril de 1977, que llevaron a la alcaldía al ejemplar José Manuel Palacios, a Ramón Rañada se debe en buena medida el diseño de ciudad del que arranca el que podríamos denominar Gran Gijón, cuya ejecución se inicia en el mandato de Palacios y se desarrolla en los largos mandatos de Vicente Álvarez Areces y Paz Fernández Felgueroso. Un planeamiento que evita caer en el desarrollismo y opta por un urbanismo equilibrado, imaginativo y de verdadera calidad, marcando la pauta de la ordenación urbana durante mucho tiempo y que en parte se proyecta hasta hoy mismo. Al propio tiempo Ramón fue durante el tiempo en que permaneció en el puente de mando el guardián de que el planeamiento se cumpliera, con la minuciosidad y el control de las cosas que lo caracterizaba. Su papel en la configuración de la ciudad, redimiendo al límite de lo posible el caos urbano heredado y creando con ambición el del futuro, con despliegues tan extraordinarios como el del Campus de Gijón o el Parque de la Providencia, entre otros muchos, es tal que no resulta concebible la actual ciudad, y desde luego lo mejor de ella, sin la explosión de talento urbanístico y de voluntad ejecutiva de Ramon Rañada. Curioso, que no haya tenido en vida la calle que se merece en la ciudad.

En la ordenación del territorio de ámbito regional cabría pensar que su labor ha sido aún más relevante, a través de la elaboración de instrumentos como el Plan de Ordenación del Litoral de Asturias (POLA) y el Plan Especial aprobado a partir de esa misma matriz. La preservación y el desarrollo contenido en la maravillosa costa asturiana, que sorprende al visitante y algunos atribuyen todavía a la escasa presión turística, debe tal vez más que a nadie su realidad a la capacidad de Ramón Rañada para compatibilizar los usos con la evitación de los abusos, combinando a la vez la concepción de conjunto con la ordenación del detalle. Su prodigiosa cabeza era capaz de procesar a gran escala, dándole un sentido, todo lo que captaba a través de la observación. directa, pateando los lugares, prestando atención a su singularidad, siempre con un amor a su tierra que no necesitaba recurrir a las proclamas y con un humor desconcertante para quien no estuviera en nuestros secretos como país.

Ni que decir tiene que su decencia y honradez inmaculadas, una prenda personal que tiene mucho que ver con la dignidad, fueron la premisa de cuanto hizo el siempre genial Arquitecto y consecuente ciudadano Ramón Fernández-Rañada y Menéndez de Luarca. Mi sentimiento a su muerte es de lamento por su marcha, pero sobre todo de gratitud por los frutos de su vida.

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