Tristeza por la muerte del urbanista Ramón Fernández-Rañada: "Era un fuera de serie"

Hondo pesar entre los arquitectos por el fallecimiento, a los 80 años, de una persona "muy inteligente y generosa"

Ramón Fernández-Rañada, en 2017.

Ramón Fernández-Rañada, en 2017. / Miki López

M. G. Salas / M. C. / F. Vallina

Asturias perdió ayer a un "fuera de serie" del urbanismo: Ramón Fernández-Rañada Menéndez de Luarca, artífice de los grandes planes de ordenación de la región. El arquitecto ovetense falleció de madrugada a los 80 años por una endocarditis, causando a la vez sorpresa y pesar en amigos y conocidos. Sus huellas aparecen en el Plan de Protección del Litoral, gracias al cual la costa asturiana está considerada como la mejor conservada de España, así como en los planes de ordenación de Gijón, Avilés y Siero, entre otros, en la ría de Villaviciosa y el Naranco. "Se va un urbanista brillante y una persona inteligente, comprometida y afable", describieron quienes lo conocían. Su funeral tendrá lugar hoy, a las 13.00 horas, en la basílica de San Juan el Real de Oviedo.

Arquitecto formado en Madrid, lo primero que hizo Fernández-Rañada, como recuerda el también urbanista Marcos de Balbín, fue política. Hizo política desde la oposición a la dictadura, llegando a tener un papel relevante, primero, en la Junta Democrática y después en la Platajunta. En las elecciones de junio de 1977, formó parte incluso de la candidatura al Senado dentro del movimiento de la izquierda asturianista Unidad Regionalista. Hasta que decidió dejarlo todo y poner tierra de por medio –se fue a la Universidad de Liverpool a hacer un curso de Ciencia Regional–. "Habría sido un mal político", confesaba el propio Rañada en 2010 en una entrevista publicada en LA NUEVA ESPAÑA.

De vuelta a Asturias, su carrera como urbanista comienza en los años ochenta. Para él y para otros arquitectos de su quinta dedicarse al urbanismo era otra forma –fuera de la política– de comprometerse con la transformación de la sociedad. Ramón Fernández-Rañada lo hizo, además, siempre con "una fina sensibilidad, rara en aquella época, de protección del medio ambiente", como destacó ayer su compañero de trabajo y amigo el biólogo Emilio Rico. Prueba de ello es que tuvo un destacado activismo ecológico, que desarrolló dentro de ANA (Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza).

Con Rico, Rañada colaboró desde sus inicios. "Era un personaje fuera de serie. No conocí a otro urbanista como él, extraordinario. Estoy muy apenado", expresó tras conocer la triste noticia de su fallecimiento. De su carrera profesional destaca el Plan de Protección del Litoral Asturiano (POLA), que hizo "con enorme finura", y lamenta que otros grandes trabajos se quedaran "en el camino", como el plan de protección paisajística del área central. "Se empezó en el 2010, pero fracasó; el Principado desistió", dijo con pena.

Arturo Gutiérrez de Terán, colega de profesión y exconsejero de Ordenación del Territorio en el primer Gobierno socialista de Pedro de Silva, no encontraba ayer palabras para definir su pesar. Con Fernández-Rañada compartió piso en Madrid durante la carrera y más tarde tuvieron juntos estudio en Oviedo. "Era una de las personas más inteligentes que conocí nunca. Una inteligencia, además, que utilizaba a su aire, y eso le daba personalidad. Para mí fue uno de los técnicos urbanísticos más interesantes, al menos desde el punto de vista teórico", logró decir. De todos sus trabajos "espléndidos", Gutiérrez de Terán se queda con la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Gijón, que fue reconocido con un accésit en 1985 dentro de los premios nacionales de urbanismo. "Estudiaron el suelo no urbanizable de una manera muy particular, y sus conceptos se extendieron al resto de la región", comentó.

Al arquitecto ovetense debe Gijón su actual cara. "Con despliegues tan extraordinarios como el del campus de Viesques o el parque de la Providencia, no resulta concebible la ciudad actual, y, desde luego, lo mejor de ella, sin la explosión de talento urbanístico y de voluntad ejecutiva de Ramón Rañada", aseguró el expresidente del Principado Pedro de Silva. En el Ayuntamiento de Gijón son plenamente conscientes de ello. "Es uno de los padres del urbanismo de nuestro municipio", afirmó el concejal de Urbanismo, Jesús Martínez Salvador. Rañada participó en la redacción del plan y, después, en su texto refundido. En total, "el plan Rañada", como así se bautizó, duró 33 años. "Con esa visión tan magnífica que tenía no solo de la ordenación del suelo, sino de cómo abordarla y resolverla con unas premisas determinantes y un futuro visionario del ordenamiento urbanístico, hacía mención a la necesidad de un nuevo tipo de relación con los políticos", apuntó Martínez Salvador.

Pero, sin duda, una de las grandes obras de Ramón Fernández- Rañada es el Plan de Ordenación del Litoral de Asturias (POLA), que recibió en 2006 el Premio Europeo de Urbanismo. El ovetense también firmó su desarrollo, el Plan Especial del Suelo de Costas de Asturias (PESC), que fue igualmente galardonado, en esta ocasión con el Premio Español de Urbanismo en 2017. Con "mucho cuidado", según confesó en una entrevista en LA NUEVA ESPAÑA de ese año, ordenó una superficie de costa de 350 kilómetros con 310 playas y 3.651 construcciones, que dio como resultado uno de los litorales mejor conservados del país. "Desde entonces, se acabó con la demolición costera que hasta ese momento estaba teniendo lugar", manifestó en la entrevista.

Compañeros de profesión y amigos se rinden al talento de Rañada, que fue "Asturiano del mes" de LA NUEVA ESPAÑA. "La preservación y el desarrollo contenido en la maravillosa costa asturiana, que sorprende al visitante y algunos atribuyen todavía a la escasa presión turística, debe tal vez más que a nadie su realidad a la capacidad de Ramón Rañada para compatibilizar los usos con la evitación de los abusos, combinando a la vez la concepción de conjunto con la ordenación del detalle", defendió Pedro de Silva. "El POLA es un referente a nivel nacional. Yo estuve como arquitecto municipal en Llanes y lo teníamos como la Biblia", comentó Ángel Rami, que recuerda a Fernández-Rañada como "una persona muy buena y con ganas de ayudar", más allá de su "impresionante" labor como arquitecto.

En su ciudad, Oviedo, también dejó huella. Creó el Plan Especial del Naranco y, junto a Víctor García Oviedo y Emilio Rico, trabajó en un plan general de ordenación que finalmente no salió adelante. García Oviedo habla de él en estos términos: "Era principalmente un buen tipo. Tenía un carácter especial porque siempre estaba maquinando cosas, su cabeza iba a toda velocidad. Era una persona del Renacimiento trasladada a los tiempos actuales, porque no solo era un genio en su profesión, sino que también sabía mucho de todo. Era un referente a todos los niveles, una figura muy importante para muchos municipios, a nivel regional e incluso reconocido con varios premios a nivel europeo". "Para él –continuó– la profesión era su vida, iba más allá de un mero trabajo remunerado, no tenía horarios, y siempre estaba pensando en ella".

Muy emocionado, el expresidente Juan Luis Rodríguez-Vigil, que era amigo del arquitecto fallecido, se refirió a él como "una persona de una honradez extraordinaria y de una inteligencia no menos extraordinaria". "Tenía un saber muy grande, y no solo de arquitectura. Lo que hizo en Gijón fue muy importante", apostilló. Para Miguel Casariego, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias (COAA), se ha ido, ante todo, "un urbanista brillante y una persona muy inteligente". "Era entrañable, tenía un sentido del humor enorme y daba gusto hablar con él", indicó. A Casariego, como a otros compañeros del gremio, su pérdida le causó una gran sorpresa. "Estuvo hace poco en el Colegio en un acto junto a Gutiérrez de Terán y Balbín y tenía un estado estupendo. Siempre lo recordaré como una persona con enorme vitalidad", agregó.

Sonia Puente, ex directora general de Ordenación del Territorio y Urbanismo, también elogió la figura de Rañada: "Se va todo un referente en Asturias. Trajo la modernidad al urbanismo y a él le debemos mucho". A nivel personal, desveló, "podía parecer distante, pero era todo lo contrario: cercano y generoso. Estaba muy unido a su compañera de viaje, Elena (su mujer)".

Las reacciones por su fallecimiento llegaron ayer desde la primera plana política. Alfredo Canteli, alcalde de Oviedo, lamentó la pérdida de "un urbanista de referencia y una de las mentes más preclaras en la planificación del territorio de Oviedo y Asturias". "Estudioso del Naranco y uno de los mayores expertos en núcleos rurales, Fernández-Rañada ha sido un colaborar muy importante del Ayuntamiento de Oviedo, y su muerte es una gran pérdida para nuestra región", agregó. El presidente del Principado, Adrián Barbón, se sumó a las condolencias escribiendo un mensaje en las redes sociales: "Lamento mucho su fallecimiento. Trabajamos juntos en el diseño del Plan General de Ordenación Urbana de Laviana que fue aprobado por unanimidad".

Ramón Fernández-Rañada, casado con María Elena Lobato de Blas, era el cuarto de cinco hermanos. Sus cenizas serán recibidas hoy, a las 13.00 horas, en la basílica de San Juan el Real, donde se celebrará el funeral por su eterno descanso. La misa de 12 del domingo también será dedicada al gran ideólogo del urbanismo asturiano.

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