E. CAMPO

Que el hórreo no nació con la cultura mesopotámica, sino que sus orígenes se remontan al momento en que el hombre empezó a recoger cereales, es la teoría que ayer defendió en el palacio de Camposagrado Xandru Obaya. El ponente, responsable de la empresa Patrimonio Norte de Gestión Cultural, está realizando su tesis doctoral sobre los orígenes del hórreo, a la par que un libro dedicado a estas construcciones en todo el mundo. Con estos conocimientos que atesora, asegura que el hórreo asturiano es el que alcanzó la máxima complejidad y perfección, y a la vez es el que mejor cumple su función de guardar el grano. «Es el más evolucionado y además sigue construyéndose y en uso hoy en día, algo que sólo ocurre en Turquía», indicó.

El que se ha convertido en un símbolo de Asturias ocupaba un lugar fundamental en la unidad agrícola tradicional, junto al «llar», según explicó Obaya. «El hórreo asturiano quedó perfectamente definido en el siglo XV, con el "estilo Villaviciosa" a cuatro aguas, ya que anteriormente la cubierta era a dos aguas». En el siglo XVII, con la llegada del maíz a España, los hórreos se hacen más grandes, y finalmente, viven una época dorada entre 1800 y 1850, en que se popularizan en toda Asturias. Xandru Obaya estima que en toda Asturias puede haber 40.000 hórreos, paneras y cabazos. Por último, aseguró que la Administración destina suficiente dinero para su conservación, aunque no siempre se emplee con los criterios más adecuados.