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Ramón Fontserè | Actor de «Els Joglars», estará el sábado en el Valey de Piedras Blancas (Castrillón)

"Antes estaba la censura; ahora todo el mundo es censor en redes sociales con total impunidad"

"Con los espectáculos de ‘Els Joglars’ a lo largo de sesenta años se pueden conocer los tramos de la historia de España, porque son el reflejo de lo que estaba ocurriendo"

Ramón Fontserè. | Els Joglars

Ramón Fontserè es actor, maestro de la sátira y director de «Els Joglars» desde el año 2012, cuando sustituyó a Albert Boadella en el cargo. Este sábado, «Els Joglars», compañía que lleva seis décadas sobre las tablas como defensora y practicante de la vacuna teatral, estará en el centro cultural Valey de Piedras Blancas, en Castrillón, a las 20.00 horas, con su espectáculo «¡Que salga Aristófanes!», una reivindicación a la libertad de expresión. «Esperamos que guste el espectáculo», manifiesta Fontserè, que atiende a LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

–Seis décadas sobre los escenarios se dice pronto.

–Albert Boadella ha construido una manera de hacer teatro especial, ha enseñado un oficio, el teatral, a través de trabajo, dedicación y pasión. Si hemos llegado a cumplir estos sesenta años es por el esfuerzo para que el trabajo salga bien hecho en base a las horas que se invierten: cuando más tiempo hay desde el primer día de ensayo al primer de estreno, mejor. Hacemos un trabajo artesanal con paciencia y lentitud que, comercialmente es una ruina, pero es lo que nos ha mantenido, así como el enorme talento de Albert.

–¿«Els Joglars» tiene cuerda para mucho más rato?

–Sí... aunque yo tengo una edad, pero tengo ganas.

–¿Qué andan preparando?

–Estamos valorando posibilidades pero no hay nada concreto. Para diciembre tendremos algo que decir de cara al nuevo espectáculo. Esto es un no parar: hacer algo de dinero para mantener el ensayo y estrenar otro espectáculo. Pero de momento estamos en una «brainstorming» (lluvia de ideas).

–La pandemia recortó aforos, cerró salas, suspendió espectáculos… ¿Se demostró que la cultura era lo menos importante?

–Se produjo una cosa muy curiosa: cuando se abrieron las compuertas la gente iba al teatro, hubo un cierto crecimiento, y no había toses, era cojonudo. Ahora ya hay toses, se vuelve a mirar al móvil... La cultura ya se sabe cómo va. Es casi una cosa de las élites. Quizá en los ochenta y noventa hubo una especie de eclosión o explosión tal vez por la dictadura, pero se mantiene. Nosotros estamos contentos porque vemos que nuestros espectadores se mezclan y que hay cierta esperanza en teatro, literatura, pintura… Siempre habrá unos románticos que mantendrán esto.

–Medios de comunicación, el pujolismo, el clero han sido objeto de su escrutinio. ¿El teatro es un arma cargada de futuro o sólo una manera de protestar con ingenio?

–Es una manera de acercarse a la verdad, de desvelar al espectador una realidad insospechada. Es una especie de catarsis. A veces el espectador ve reflejado en el escenario lo que piensa de manera interna, pero que por pereza, mecanización o complejo no se atreve a decir. Eso que hacía Aristófanes: reflejar la sociedad, sus características, sus costumbres, tendencias, prácticas… Gracias a Aristófanes, a su teatro, se conoce perfectamente la sociedad de su época. Con los espectáculos «Els Joglars» a lo largo de 60 años se pueden conocer los tramos de la historia de España porque son el reflejo de lo que estaba ocurriendo.

–Ustedes hacen piezas de humor negro, ácido... ¿temen el linchamiento en redes sociales?

–Ahora todo el mundo está igual. Algo que empezó para colgar unos paisajes y unas cosas bonitas ha pasado a ser algo en lo que, si nos estás de acuerdo conmigo, eres el mal. Esto es el linchamiento. Antes estaba la censura. Ahora todo el mundo es censor en las redes sociales. Puede colgar algo y mandar la reputación de alguien a los pies del caballo y hay total impunidad: la víctima linchada ya está en deshonor y quien ha lanzado la calumnia se va de rositas. Esto ocurre y nosotros tratamos esto en «¡Que salga Aristófanes!». Es una paradoja que en época de tanta libertad de todo cada vez existan más extremismos, se polarice más y cada vez tengamos menos libertad. Respecto a los años ochenta y noventa, muchas de nuestras producciones, series de televisión, por ejemplo, no se podrían hacer ahora.

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