"Ángel Fernández Llano murió con las botas puestas", dice Montoto

El funeral por el antiguo párroco de Sabugo, en su última etapa en San Antonio de Padua, se celebra mañana a las 17.00 horas

El sacerdote Ángel Fernández Llano.

El sacerdote Ángel Fernández Llano. / MARIA FUENTES

Saúl Fernández

Saúl Fernández

"Murió con las botas puestas", señaló ayer con emoción José Antonio González Montoto, que compartió con Ángel Fernández Llano la dirección de la parroquia de Santo Tomás de Cantorbery unos años atrás. Fernández Llano, con noventa y cinco años, murió ayer a las cinco de la madrugada. "Se le agotó la pila: había tenido complicaciones respiratorias, no le funcionaba bien el corazón. Ha muerto un hombre bueno", resumió Montoto.

Fernández Llano había estado ingresado en San Agustín, pero terminó sus días en el mundo en el Hospital de Avilés. "Le dije que cuando le dieran el alta tenía que venir a recuperarse con nosotros, a la casa sacerdotal", apuntó el también director de la residencia de los sacerdotes retirados asturianos. Esta tarde (17.00 horas) sus restos mortales serán enterrados en el cementerio de parroquial de Anayo, la localidad piloñesa en la que había nacido en 1927. El funeral está anunciado para mañana, lunes, (17.00 horas) en la parroquia de Sabugo, a la que había llegado en 1987.

El sacerdote se había retirado este pasado octubre. Últimente había sido el responsable de la iglesia de San Antonio de Padua. "Soy uno de los pocos curas que a mi edad sigue en activo", reconoció a este periódico cuando tocó celebrar sus bodas de plata en Avilés.

Acudía al templo con más historia de Avilés todas las mañanas para decir misa. Lo recuerda ahora Alfonso López Menéndez, el titular de la parroquia de San Nicolás de Bari –de la que depende la antigua iglesia de los Padres–: "Estos últimos diez años asumió el cargo de rector de la iglesia de San Antonio de Padua y consiliario de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza. Abordó el arreglo de la cubierta del templo y adaptó el interior de la iglesia a la nueva realidad tras la marcha de los padres franciscanos; es decir, las obras de la sacristía, el acceso al coro, la iluminación, los espacios comunes, arregló el órgano... En esos años se inauguró la Adoración Perpetua de Avilés en esa iglesia. Supo dar estabilidad a esa pequeña comunidad tras la ausencia de nuestra querida Orden Franciscana".

Montoto le recuerda "como un manitas": "Lo mismo era electricista que carpintero", recalcó. Fue uno de los impulsores de la instalación del órgano de la iglesia de Santo Tomás y también de la construcción de las nuevas instalaciones escolares del colegio. Compartió el trabajo en el templo con Rodrigo Suárez, que es centenario y que reside en la casa sacerdotal de Oviedo.

Fernández Llano comenzó su trabajo pastoral en la parroquia de Rao, lindando con la diócesis de Lugo. Contaba él mismo que había tenido que vender unos aparejos de pesca y otras cosas para poder comprarse el billete para viajar de los Ancares a Oviedo cuando se encontró que el obispado le había mandado sustituto. Adolescente, entró en el Seminario de Oviedo. En 1940 se habían juntado casi 200 seminaristas en Valdediós que respondieron a una gran campaña de captación de vocaciones tras los años de la Guerra Civil y los muchos curas asesinados entonces. Dos eran de su pueblo: "José Ramón Villa y yo", recordó el sacerdote en las páginas de este periódico.

Pasó por Noreña, por La Hueria La Carrocera, fue delegado de Tarancón en la cuenca del Nalón en plena Huelgona, cuando las autoridades consideraban a Cáritas parte del Socorro Rojo. Llegó a Avilés en 1987. Y nunca más se fue.

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