Un empate suficiente

El Avilés, sólido pero improductivo, solventa con tablas la ida ante un Gernika que fue superior a los blanquiazules, pero que apenas generó ocasiones

Iván Serrano protege el balón del acoso de Salado. | Área 11

Iván Serrano protege el balón del acoso de Salado. | Área 11 / Noé Menéndez

Noé Menéndez

El Avilés se lleva de Guernica un empate que, con lo visto sobre el terreno de juego, debe dejar buen sabor de boca en el vestuario blanquiazul. Los avilesinos, menos en un par de tramos del encuentro, fueron superados por un cuadro vasco que se hizo grande en su casa, sobre todo a nivel físico. Los de Cañedo se van de Vizcaya sin disparar a puerta y con la sensación de que van a tener que sudar tinta para vencer a los de Aitor Larrazabal. Lo mejor es que, en caso de empate, la ventaja es para los asturianos. Todo se decidirá en el Suárez Puerta.

Cañedo decidió dar continuidad a la propuesta que llevó a certificar el segundo puesto en el Suárez Puerta. El ovetense apostó por un 4-2-3-1 con Javi Rey en el doble pivote y Natalio actuando como mediapunta, algo que le había funcionado a las mil maravillas, pero está vez el resultado fue muy distinto. El juego físico del Gernika es muy diferente al del Zamora y en los primeros minutos el Avilés fue víctima de ello. Solo Isi Ros, con varias galopadas desde la banda izquierda, fue capaz de romper una defensa de tres centrales muy férrea y segura a la hora de presionar. En los choques directos los jugadores dirigidos Aitor Larrazabal resultaban siempre vencedores, cortando la mayoría de acciones aéreas avilesinas.

Durante la primera parte Natalio estuvo totalmente desaparecido. El futbolista valenciano no paró de dialogar con Cañedo, en busca de soluciones, pero la línea de tres centrales vasca, unida al trabajo de Salado como pivote, secó al blanquiazul. También estuvieron muy imprecisos Iván Serrano y Javi Fontán, que, quizás por el cambio de superficie (el encuentro se jugó en un césped sintético), fallaron en varias ocasiones a la hora controlar balones.

El único jugador del Avilés que puso en problemas a la zaga local fue Jorge Fernández. Primero, se atrevió con un disparo lejano tras un saque de banda que pasó lamiendo el palo de Altamira. Después, en el 23, el avilesino condujo por dentro y, cuando ya pisaba área, la defensa vizcaína hizo su trabajo y repelió el ataque. El problema era que a los blanquiazules les costaba mucho encontrarle.

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