Entrevista | Matías del Federico Dramaturgo, coautor de "El amigo de ellos dos", que se estrena en Avilés el viernes

"Cuando uno siente que sus palabras las pronuncia un actor llega la felicidad"

"El fracaso de un escritor es no poder terminar lo que ha iniciado: tengo muchos guardados en mi computadora"

MATIAS DEL FEDERICO, DRAMATURGO, COAUTOR DE LA OBRA TEATRAL "LOS AMIGOS DE ELLOS DOS"

MATIAS DEL FEDERICO, DRAMATURGO, COAUTOR DE LA OBRA TEATRAL "LOS AMIGOS DE ELLOS DOS" / Ricardo Solís

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Matías del Federico (San José de la Esquina, Santa Fe, Argentina, 1981) es coautor de "El amigo de ellos dos", la comedia que abre este próximo viernes 12 (20.15 horas) el ciclo de invierno del teatro en Avilés. El otro es Daniel Veronese, que es uno de los directores de escena más reputados a ambos lados del Atlántico y que en 2015 bautizó el texto más exitoso de Del Federico: "Bajo terapia"; veintitantas versiones en países tan dispares como España, Croacia o Estados Unidos, con película incluida. Del Federico atiende la llamada transcontinental de LA NUEVA ESPAÑA y de ella sale esta entrevista.

–Vuelve ahora a Daniel Veronese.

–Nos conocimos cuando él dirigió mi primera obra –"Bajo terapia"– y luego quedamos con una buena relación y con la idea de escribir algo en conjunto.

–Les ha salido "Los amigos de ellos dos".

–En pandemia, a través del Zoom, empezamos a hablar como para escribir alguna obra como en conjunto. Así empezó: mándandole unas páginas de "Los amigos de ellos dos" y luego las agarraba él y me las iba pasando.

–O sea, discutían y luego se ponían al tajo. ¿No es eso?

–En realidad hacíamos un Zoom y charlábamos sobre qué poder escribir. Una vez que teníamos alguna idea, no sé, un comienzo, la temática de la obra, uno de los dos se ponía a escribir unas primeras páginas. Al principio escribimos otra obra, no esta de "Los amigos de ellos dos". Fue rápido y eso nos fue envalentonando. En el caso de "Los amigos de ellos dos" yo tenía diez páginas escritas que tenían que ver con una idea que veníamos hablando con él. Así que lo que hice fue pasárselas y sobre ellas él escribía un par de páginas más, me enviaba el texto a mí y yo seguía desde allí componiendo esta especie de cadáver exquisito. Si en algún momento nos empatanábamos un poco o había dudas, volvíamos a tener un Zoom para charlar los dos.

–¿Se distingue a cada uno de ustedes en la obra?

–Pienso que quizá hay algunas partes donde quizá sí. Hay textos que siento que son de él y otros más míos. En realidad, le dimos tantas idas y venidas al texto que hay varias partes que se me confunden, que no sé si son mías o de Veronese. Lo cierto es que estamos bastante bien escondidos.

–Usted era un hombre de teatro "de provincias" que Veronese lanzó en Buenos Aires.

–Aquel momento fue para mí una locura casi irreal. Desde muy chico hago teatro con mi grupo de teatro aquí en el pueblo de San José de la Esquina, un grupo de teatro familiar diría yo, amateur.

–¿Cómo es San José de la Esquina?

–Es un pueblo que tiene 8.000 habitantes, está en la provincia de Santa Fe, al noroeste de Buenos Aires. Tiene un grupo de teatro que se llama Dino del Federico que tiene más de cincuenta años. Comenzó mi abuelo siendo el director del grupo, luego siguió mi viejo y allí entro yo a los catorce años. Siempre haciendo de todo: desde sonido e iluminación, ayudando y hasta actuando.

–Lo que hace un grupo "de provincias".

–Claro. Siempre tuve la idea de que algo que escribiera lo pudiera hacer algún elenco profesional, algún director en Buenos Aires. A través del concurso "Contar" pude presentar la que fue mi primera obra, quedó seleccionada. Obviamente, cuando me pasaron el listado de actores y que lo iba a dirigir Veronese, que es un emblema, uno de los directores y dramaturgos más importantes de Argentina, fue confirmar que vivía en un sueño.

–Imagino que más que sueño, fue el inicio del sueño. "Bajo terapia" se ha hecho en toda Sudamérica, en media Europa...

–Estrenar en Buenos Aires ya era para mí un delirio, lo que vino después, el no va más.

–En Buenos Aires estuvo dos años, ¿no es eso?

–En el Metropolitan City, en la calle Corrientes, que es la principal de los teatros. Todo lo que pasó con "Bajo terapia" después de Buenos Aires fue muy grande. Nunca lo esperé.

–"Bajo terapia" se estrenó en España en Avilés y ahora, regresa. ¿Le veremos?

–En este caso no. Por unos problemas personales –por suerte, está todo bien ya– no voy a poder estar en el estreno. No estaré en España, pero estoy en contacto directo con Daniel [Veronese] para ver cómo van los ensayos. Me da mucha pena. Creo que la obra se instala en Madrid en mayo. Seguramente, para entonces pueda viajar.

–¿Cómo describe el tránsito de lo que usted ha escrito a lo que escucha cuando se sienta en el teatro?

–Tiene varias sensaciones: terminar el texto es como el deber cumplido. El fracaso de un escritor es no poder terminar lo que ha iniciado: tengo muchos guardados en la computadora. Así que, terminar un texto es un alivio.

–¿Y el teatro?

–El texto, en el teatro, es sólo el comienzo: tiene que pasar por el director, por los actores. Y luego escucharlo y analizar qué le pasa y qué le pasa a los actores. Ahí empiezan ciertas dudas, nervios: "Esto que a mí me parece que está bien, tiene que pasar un examen". Cuando uno siente que las palabras que ha escrito las pronuncia un actor llega la felicidad. Pasa siempre, también con "Los amigos de ellos dos".

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