Pedro Menéndez, vida en verso y espadas

La asociación "Aunando fronteras" repasa parte de las andanzas del ilustre marino con motivo del 505.º aniversario de su nacimiento

Agustín Castejón Pérez y José Antonio Vicario, en plena lucha de caballeros. | R. Solís

Agustín Castejón Pérez y José Antonio Vicario, en plena lucha de caballeros. | R. Solís / I. G.

I. G.

La asociación "Aunando fronteras" lleva años indagando en la figura de Pedro Menéndez, el avilesino que conquistó La Florida, en Estados Unidos. Cada febrero y con motivo del aniversario de su nacimiento, el colectivo da pasos para acercar los pasajes de la historia del marino local a los avilesinos. Para conmemorar el 505.º cumpleaños de Menéndez, el colectivo decidió contar diecisiete años de la vida del Adelantado y lo hizo en verso. Los encargados de recitar fueron Rufino García y José Luis Grela que repasaron las andanzas del personaje desde 1548 hasta 1565. "Es decir, los años de madurez de Pedro Menéndez", explica Beatriz Ayuso, que es la presidenta del colectivo organizador, ataviada ayer con un vestido de época. También hubo tiempo para una exhibición de esgrima antiguo entre dos caballeros "que luchaban por el honor de una dama", también con vestimenta del siglo XVI.

Mar Peña, José Luis Grela, Rufino García y Cani Vidal, durante la lectura de los versos sobre la madurez de Pedro Menéndez. | R. Solís

Mar Peña, José Luis Grela, Rufino García y Cani Vidal, durante la lectura de los versos sobre la madurez de Pedro Menéndez. | R. Solís / I. G.

La sesión vermú renacentista prevista para las 12.30 horas comenzó minutos después. Música de época enlatada ambientaba la celebración regada con cañas de cerveza y aperitivos en una de las terrazas del hotel Palacio de Avilés. Rufino García y José Luis Grela recitaron sendos pergaminos en verso para relatar las andanzas de Pedro Menéndez, desde que fue capturado por piratas franceses hasta que fue en busca de su hijo. "Después de ser capturado por los corsarios franceses, Don Pedro quiso evitar el sufrir nuevos reveses", comenzó la lectura dramatizada de unos versos basados en textos históricos como los de Gonzalo Solís de Merás, Antonio Fernández Toraño y Román Antonio Álvarez, entre otros autores. "Cada año repasamos etapas de su vida y éste toca hablar de cuando le encarcelaron en Sevilla, pidió ayuda al rey y le nombró capitán general...", repasa García, que fue el autor de los versos junto a Mino Iglesias.

"Esta etapa de su vida es justo la anterior a la conquista de La Florida, que la haremos para el próximo año", detalló el poeta caracterizado como Pedro Menéndez, junto a Mar Peña y Cani Vidal, que, como mandan los cánones, también iban ataviadas con vestimenta renacentista. Al fondo, dos espadachines están preparados para batirse en duelo. Se presentan como José Antonio Vicario, "aventurero de aquellos lares", y como Agustín Castejón Pérez, que se ha metido en el papel del "Conde de A Veiga y capitán de los tercios de Su Majestad". Desefundan sus espadas y están dispuestos a dar la vida –de manera simulada porque es una recreación– para conquistar a una dama, que lleva por nombre Patricia Vega y se presenta a sí misma como "una pícara que pasaba por allí".

Con estos mimbres, Avilés viajó ayer por unos minutos al pasado, cinco siglos nada menos, para recordar a uno de los personajes más ilustres de la villa a la que llaman la del Adelantado. Y eso es en nombre de Pedro Menéndez, el fundador de la primera ciudad de los Estados Unidos de América, San Agustín, y que cada año, desde hace unos cuantos, se esfuerza en recordar la asociación "Aunando fronteras".

La celebración de ayer en el hotel Palacio de Avilés culminó los actos del 505º aniversario del nacimiento del marino avilesino, que fue recordado en verso y con espadas. Todo después de que, el sábado, una visita guiada y un concierto centraran las actividades para recordar a Menéndez.

"De lo que allí sucedió será otro año rimado y ahora os pedimos un brindis por Pedro, el Adelantado", recitaron García y Grela, para cerrar un evento en el que los asistentes alzaron sus copas y vasos de vermú, cerveza y algún que otro refresco en recuerdo de un marinero ilustre y en su tiempo reconocido como tal por Felipe II.

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