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María Teresa Domínguez Murias

El desgobierno de la energía

Llamamiento a la responsabilidad política ante un contexto económico complicado

El Pleno del Tribunal Constitucional ha desestimado el recurso de amparo presentado por Oriol Junqueras y Raül Romeva contra la sentencia de fecha de 14 de octubre 2019 de la Sala Penal del Tribunal Supremo que les condenó a las penas de 13 y 12 años de prisión e inhabilitación absoluta, respectivamente, como autores de un delito de sedición en concurso con un delito de malversación de caudales públicos.

Conviene recordar que ambos se encuentran en libertad gracias al indulto de Pedro Sánchez y su gobierno. Es fácil de prever que los independentistas acudan ahora al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, argumentando que vulneran por los Tribunales Españoles, sus derechos, y como dijeron en su recurso que el referéndum fue un ejercicio de libertad de expresión y de ideología. Insisto el Tribunal constitucional confirma esas condenas de 13 y 22 años de prisión que les impuso en su momento el Supremo, como autores de un delito de sedición en concurso con un delito de malversación de caudales públicos, pero ellos están en libertad por el indulto del gobierno. Los independentistas argumentan la vulneración de derechos fundamentales como los de reunión, manifestación, entre otros.

En la Constitución Española en el artículo 21 se dice textualmente: “Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que sólo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes”.

Todos recordamos los incidentes con motivo del referéndum en Catalunya, las reuniones definirlas como “pacíficas”, me parece un insulto a la inteligencia de todos nosotros. Sin embargo, sorprende ver cómo las reclamaciones se ven de diferente manera dependiendo con la ideología con la que se contemplan.

En estos días asistimos a las movilizaciones de los camioneros. El derecho de huelga se recoge en el artículo 28 de la Carta Magna donde se dice que: “Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad.” Pues bien, el pasado 20 de marzo, con motivo del 33.º Congreso de la Federación Socialista Asturiana, Adriana Lastra tildaba las manifestaciones de este sector de “minoría de transportistas que no son representativas del sector, que generan mucho ruido, que apenas representaban el 5% y que sólo el Comité nacional del transporte de carretera son los representantes legítimos” para después sin sonrojarse decir “que detrás de estos camioneros que generaban mucho ruido, estaba la extrema derecha”.

Parece obvio que los gobiernos han de gobernar para todos, con independencia de que les voten o no, la huelga es instrumento para la defensa de los intereses de los trabajadores, de cualquier trabajador. Pretendía decir la señora Lastra que los transportistas, sus reivindicaciones por ser minoritarios no eran legitimas o por el contrario que la causa de esta deslegitimación era por no tener una ideología idéntica a la suya.

El artículo 35 de la Constitución dice: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de sus familias, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”.

Las movilizaciones que se están produciendo son consecuencia de la subida en la carestía de vida, la imposibilidad de poder satisfacer las necesidades mínimas, con independencia de las ideologías de derechas o de izquierdas a las que son tan aficionados algunos, tiene que ver con la dificultad de pagar la luz, la gasolina, la calefacción, no con votar al PSOE o a otro. El presidente de gobierno Pedro Sánchez dos días después de la intervención de la señora Lastra pedía más ayuda a los socios de la UE, para evitar un estallido social agravado por Ucrania. Es previsible que la presión social vaya en aumento ante la difícil situación económica. Es cierto que la situación se ha visto agravada por la invasión de Ucrania, sin duda, con el gas y la dependencia energética de Rusia como fondo, pero no es excusa para eludir responsabilidades y decir que todo lo que está ocurriendo es por la guerra.

Pedro Sánchez no puede pretender esperar, echar toda la culpa de la situación actual a Putin, en exclusiva, como hizo Adriana Lastra el pasado 20 de marzo y esperar a que los fondos europeos lo arreglen todo. Negar la difícil situación por la que pasan la mayoría de las familias en España en la actualidad, así como achacar todas las subidas energéticas a Putin, es de una bisoñez impropia de personas que llevan tantos años en la política como los mencionados Lastra y Sánchez. Lo que no resulta atribuible a la bisoñez sino a la mala fe es el intentar en estos momentos continuar la estrategia de enfrentamiento continuo entre los españoles, por motivos ideológicos.

La legitimación de cada trabajador, por cuenta ajena, cada autónomo que ejercita su derecho de manifestación, de huelga en un momento en que su remuneración no es suficiente para satisfacer sus necesidades está fuera de toda duda. Sector del transporte, el medio rural, turismo, hostelería, la economía general atraviesa una situación muy complicada, lo que demanda: responsabilidad, lealtad, aparcar la política como espectáculo, el conseguir el titular más ingenioso, una oposición cómoda y un gobierno que sobrevive en el poder agitando la política del miedo.

De la situación actual no se sale haciendo show, los partidos políticos tienen que obrar para lo que es mejor para España, no para sus resultados electorales, las palabras vacías ya no sirven, se precisa, gobernar, tener estrategia, unión con nuestros Aliados Internacionales, pero más importante entre nosotros, y el primero que tiene que mover ficha es el gobierno. “Agárrense que vienen curvas”, sin duda es uno de los momentos más difíciles para gobernar, se exigen políticos de nivel. Termino con uno: “Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”. (Abraham Lincoln).

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