El gasómetro

El nuevo paisaje industrial

El cambio que experimenta el suelo de la antigua cabecera siderúrgica

En la primavera de 1989 acompañé a un líder sindical nacional en una visita a los centros sanitarios de Asturias. Recuerdo el impacto que le produjo la sucesión de instalaciones industriales que ocupaban la margen derecha de la autovía, entre Tabaza y el Puente Azud. Las naves de Laminación, de Hojalata, las acerías, los gasómetros, los hornos altos y las chimeneas aparecían en una inacabable secuencia sorprendente para quienes no habían visto antes una zona de fuerte implantación industrial. Cierto que a José Luis, que así se llamaba, le llamó también la atención el alto nivel de contaminación que había en todo el recorrido y en la ciudad.

Hoy tendría que fijarse en otras cosas; probablemente vería más limpio el aire, vería con nitidez los verdes montes que nos rodean, se fijaría en el Centro Oscar Niemeyer, en los voluminosos cilindros fabricados para las instalaciones eólicas de todo el mundo. Podría también encontrar el centro del ITMA, cuyo matriz cambia, pero no el trabajo que desarrolla, el Centro de Innovación de Arcelor y disfrutar la vista de la Ría de Avilés, con su alargada lámina de agua.

Echaría de menos, por contra, los hornos y las emblemáticas chimeneas de las antiguas Baterías. El paisaje ya no estará presidido por el saludo de las cinco chimeneas anunciando la entrada en una ciudad que sigue siendo eminentemente industrial. Si la visita se produjese dentro de diez años, seguro que se encontraría con otro tipo de instalaciones generadoras de nuevos empleos y riqueza para la comarca que, como ha ocurrido con las instalaciones de Windar o con el propio Centro Oscar Niemeyer, aprovecharán los suelos liberados para abrir nuevas líneas de negocio, de empleo y de riqueza.

Una vez más estamos en la ciudad ante la disyuntiva conservación o renovación. Los que hemos crecido viendo cada día las chimeneas echaremos de menos su esbelta presencia, pero si queremos jugar la partida para atraer una gran industria, como plantean muchas voces en la comarca, tendremos que ofrecer una amplia superficie, diáfana, que permita el mejor aprovechamiento de ese suelo, valioso por su extensión y por su ubicación, que tendrá que competir con otros espacios disponibles en Asturias para actividades industriales.

Las viejas instalaciones permanecerán en el recuerdo, como aquellas grúas puente situadas en el lugar que hoy ocupa el Centro Oscar Niemeyer. Ya no están físicamente, pero seguirán ocupando un espacio en nuestra memoria, serán siempre parte de la historia de Avilés.

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