Opinión

jaime luis martín

Un atlas en movimiento

La historia y su capacidad de transformar documentos en monumentos, a ojos de Mathieu Pernot y su exposición en el Niemeyer

La exposición de Mathieu Pernot (Fréjus (Francia), 1970) "Documento/Monumento", comisariada por Victoria del Val, que abarca su trabajo desde los años 90 hasta la actualidad, llega al Centro Niemeyer, hasta el 1 de abril, desde la Fundación Mapfre, reuniendo distintas series de fotografías realizadas por el propio artista junto con archivos históricos y familiares, situándose en los márgenes, rastreando la vida y el grito de los perdedores, de los migrantes, de los nómadas, de los presos, de la guerra, manteniendo una constante poética y política que atraviesa distintos personajes, situaciones y lugares. El título de la exposición proviene de un escrito de Michel Foucault en la introducción del libro "La arqueología del saber", afirmando que "en nuestros días, la historia es lo que transforma los documentos en monumentos", y que, allí donde se trataba de reconocer por su vaciado lo que había sido, despliega una masa de elementos que hay que aislar, agrupar, hacer pertinentes, disponer en relaciones, constituir en conjuntos".

La serie "Boxeadores, 1994", inédita hasta ahora, es uno de los primeros trabajos de Pernot, cuando todavía era estudiante y fueron realizadas en un gimnasio en Marsella. Pero uno de los conjuntos más singulares lo constituye "Los Gorgan 1995-2023)" una familia romaní que se encuentra presente en diferentes series como "El fuego,2013" y "Los que gritan, 2001-2004". A partir de conocer al patriarca Bietschika Gorgan, superviviente del campo de concentración Buchenwald, se inicia una relación fotográfica en la que se implica tanto el fotógrafo como la familia, con una serie para cada miembro e imágenes tomadas tanto por los propios gitanos como por Pernot. Los retratados, inmersos en su contexto, no esconden la pobreza ni se acentúan los estereotipos, pero está presente la discriminación cuando no la indiferencia con la que miramos unas vidas que Pernot transforma en monumentos de la historia.

En el año 2000 un viaje al Libano le permite reconocer sobre el terreno la tragedia de Beirut con los edificios derruidos y aquellos que se mantienen en pie con las fachadas deformadas por la metralla. En "Implosión/Nubes,200-2006" llaman su atención las demoliciones de edificios situados en la periferia de las grandes ciudades francesas, acabando con la historia y la memoria de sus habitantes, como final de la utopía de "Un mundo feliz, 2005", una colección de sesenta postales publicada entre los años cincuenta y ochenta de ciudades suburbanas.

El yacimiento de Palmira (2021) muestra la aniquilación del museo tras la ocupación del Estado islámico. Posteriormente viaja a Melilla, en 2022, para fotografiar un paisaje con una naturaleza desordenada formada por troncos de árboles y ramaje, en un primer plano que apenas logran ocultar las alambradas, las vallas, las torres de vigilancia, un muro de la vergüenza represivo de seis metros de alto y doce kilómetros de largo, en el enclave de España en Marruecos. No hay presencia de migrantes esperando para saltar la valla, pero intuimos que se encuentran al otro lado, presencia invisible que se materializará, en cualquier momento, con su tristeza y su dolor.

La obra de Pernot, en palabras de la comisaria, "incorpora elementos de la fotografía documental y del trabajo de archivo, y tiene como resultado una visión de la realidad alejada de interpretaciones unívocas o inmutables". Es un viaje que nos atrapa y transforma, un recorrido por lo marginal, por la circulación, relaciones y el desplazamiento de las imágenes, un atlas de marginales y perdedores en movimiento.

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