Amandi (Villaviciosa),

Mariola MENÉNDEZ

Han transcurrido ya veinticinco años desde que se hiciera realidad la última voluntad de Maximino Miyar y Palmira Somonte. El matrimonio no tuvo descendencia y donó su herencia a la parroquia de Amandi con el cometido de crear una institución benéfica que estuviese al frente de una residencia de ancianos. Miyar dejó constancia en su testamento de su deseo de que una comunidad de religiosas gestionase el geriátrico.

Este maliayés fue emigrante en La Habana (Cuba), donde se dedicó a la manufactura tabaquera. A su regreso a Asturias se instaló en Gijón y fundó una fábrica de vidrios. Miyar falleció en 1940 y su esposa renunció al usufructo de los bienes de su marido y unió los suyos para este fin. La Fundación se creó el 8 de agosto de 1969 y un año después moría Palmira Somonte; pero habría que esperar cuatro años más para el inicio de la construcción de la residencia. Su puesta en funcionamiento se fue demorando por diversas razones hasta que finalmente se inauguró el 7 de septiembre de 1985 con la llegada de la comunidad de religiosas carmelitas de la Caridad de Santa Joaquina de Vedruna. El primer presidente del patronato fue José García-Bernardo de la Sala.

El papel de los socios protectores ha sido fundamental en la historia de esta entidad. Carlos Capellán, párroco de Amandi y miembro del patronato, asegura que los primeros beneficiarios de la residencia fueron «mayores a los que por sus pensiones y situación familiar hubiera sido muy difícil sostener». Y agrega que «no quedó ni un solo vecino que no fuese socio protector».

En estos veinticinco años han pasado por la residencia 536 personas, incluidas las 102 actuales, para las que habrá un recuerdo con motivo de la celebración de esta efeméride. La directora del geriátrico, María Isabel Collado, destaca la filosofía que siempre ha imperado en esta institución: «A las personas, con sus deficiencias y necesidades, se les procura dar una vida normal, como en casa, y hay una gran relación con las familias». Tanto Collado como Capellán coinciden en afirmar que a lo largo de estos años han observado cómo ha pasado de primar el perfil de residente que se vale por sí mismo, aunque necesite ayuda, al anciano que requiere unos cuidados más especializados. Ahora, el principal reto de la institución es obtener la acreditación y certificación del Principado.

Carlos Capellán hace hincapié en la labor desarrollada a lo largo de estos años por la comunidad de monjas carmelitas, que «sólo han percibido el salario mínimo, independiente de su cargo, y la Seguridad Social hasta los 65 años».

La residencia Miyar-Somonte de Amandi se vestirá esta semana de gala para la efeméride. Mañana, a las cinco de la tarde, se proyectará un vídeo conmemorativo. A continuación actuará la Coral «Capilla de la Torre». El martes, día grande, habrá pasacalles con gigantes y cabezudos a las doce de la mañana, misa a las cinco y una espicha posterior.