"Nadie más muerto que el olvidado, este monolito, para Siero, tendría un significado de tranquilidad y paz interior si se homenajeara a todos nuestros muertos".

Así comenzaba el atinado artículo de Consuelo Fonseca García, publicado en este diario de LA NUEVA ESPAÑA, con motivo de la inauguración del monolito ubicado en el parque público Centro Habana de Pola de Siero, que recuerda a las víctimas del bando republicano durante la Guerra Civil.

La colocación del polémico monolito fue una iniciativa del exconcejal del Partido Comunista y de Conceyu Joaquín Álvarez y contó con el respaldo de los tres grupos del gobierno tripartito: PSOE, IU y Conceyu. Desde su inauguración, una vecina colocaba todos los días, sobre la estatua, un cartel donde afirmaba que uno de los homenajeados fue el responsable de la orden de asesinato de otros sierenses del otro bando. El monolito en cuestión ha sufrido desde su inauguración varias agresiones, con un material oscuro borrando por completo la inscripción, se cuestiona su ubicación, hay crispación y se teme que pueda acabar generando algún conflicto. El pasado 24 de enero, el monolito sufrió una nueva agresión. El coordinador y candidato de Izquierda Unida en Siero, Edgar García, condena este acto y exige al Ayuntamiento de Siero la inmediata reparación del daño causado en el monumento, ubicado en la plaza de La Habana de la capital sierense, y el máximo esfuerzo por identificar y sancionar a las personas responsables de este mal ya crónico que parece no tener cura, y es que "si me mientan a mi madre, se me iría el puño y es natural". Estas palabras son del Papa Francisco, que me parece prudente evocar aquí, porque nos deslizan hacia los signos del mal, el hecho de recordar a las víctimas de un solo bando.

La memoria se recupera cuando los ciudadanos lo deseen, como en todos los países; pero que no se recuerde por recordar, se recuerde por algo y para algo. En la superación de nuestro pasado, la memoria sólo tiene una sola función, la de unir a nuestra sociedad en la defensa y el amor por los valores democráticos, por la libertad y el respeto mutuo.

La memoria sirve para la reconciliación, y tendremos que reconciliarnos con el pasado, con un pasado que hubiera sido mejor para todos que hubiera sido sin enfrentamientos, sin guerras civiles, sin dictaduras y sin persecuciones; pero como fue el que fue, y tres años de Guerra Civil y treinta y seis de dictadura dejaron inevitablemente heridas profundas y duraderas, y como las guerras tienen caídos en uno y otro bando, y las presiones políticas tienen víctimas de uno y otro signo, sean de una o de otra ideología, lo que sí hubiera resultado espléndido es la idea hacer este monolito a todos los muertos. Habría sido un buen ejemplo de cómo recordar nuestro pasado sin afanes vengativos.