Lejos de decaer, la tradición alcanza su pico más alto en Torazu. La localidad cabranesa celebró ayer la edición más productiva de su festival de la boroña de horno con la oferta de 432 raciones del producto típico, que suponen la cifra más alta desde la creación de este evento gastronómico allá por el año 1999.

Este hito fue posible gracias al trabajo incansable de 25 mujeres y 10 hombres de la Asociación Cultural y Recreativa Toracense que, con la colaboración de otros vecinos y entidades, dedicaron todo el fin de semana para que la jornada de ayer saliese perfecta tanto en lo gastronómico como en lo lúdico, pues tampoco faltaron las actuaciones folclóricas.

A la una de la tarde del sábado, los hombres comenzaron a encender el fuego de los seis hornos locales de entre 200 y 400 años de antigüedad que continúan en funcionamiento. "Nosotros nos encargamos de preparar la leña y poner el horno a punto", explica José Antonio Martínez, miembro del colectivo, sobre la función de los conocidos como "roxadores", que juegan una papel fundamental en la preparación de la boroña y su relleno.

Las mujeres, mientras tanto, se encargan de hacer la masa, así como el relleno de una receta ancestral. "Usamos tres kilos y medio de harina de maíz, medio kilo de harina de trigo y una docena tanto de chorizos como de trozos de jamón y tocino", explica Loli Valdés, que junto a sus compañeras elaboraron un total de 36 boroñas que estuvieron en el horno desde las cinco de la tarde del sábado hasta las nueve de la mañana de ayer, como mínimo.

Un esfuerzo que sin duda merece la pena, pues fueron muy largas las colas de gente que pudieron verse en torno al mostrador establecido por el colectivo. Imagen que demuestra el poder de convocatoria de una celebración que sirve para honrar el segundo producto estrella del concejo. Honor compartido con el arroz con leche, que también tiene su propio festival, en este caso en Santolaya.

Los actos se completaron con la lectura del pregón por parte del periodista Carlos Cuesta, que destacó este plato como ejemplo de la revolución que supuso el maíz para el campo asturiano en el siglo XVII, así como con un reconocimiento para la asociación cultural y deportiva "El Berizu" por su papel en la organización de la jira de Incós.