Con este reportaje sobre el Museo de la Romería, de Lugones, LA NUEVA ESPAÑA inicia una serie en la que recorrerá todos los museos del concejo de Siero, equipamientos nacidos casi exclusivamente de la iniciativa privada que han conseguido calar entre la gente y conseguir un público numeroso.

El de Lugones, promovido por Manuel Fernández, Manolito "El Pegu", es sin duda el mejor ejemplo del empuje de la iniciativa privada. Abierto en 2007, no ha dejado de aumentar su número de visitantes, hasta el punto de que su promotor ha tenido la idea del "Premuseo", una sala con utensilios diversos y con recuerdos de la fiesta de El Carbayu en la que los grupos esperan su turno para entrar en el museo mientras está ocupado por otros.

La colección ha recibido un espaldarazo importante recientemente, con la concesión a su promotor de la medalla de oro del Ayuntamiento de Siero. "La gente lo vio por todas partes, salió mucho en los medios, y gracias a eso cada vez tenemos más gente", explica El Pegu.

Lo mejor está en la variedad del público que asiste. "Vienen muchos colegios de todas partes: en noviembre, por ejemplo, van a venir colegios de Oviedo, de Gijón y de Avilés", explica, "y también hay residencias de mayores, asociaciones de jubilados, centros de día, de todo". El abanico de edades es impresionante. "Hace poco estuvo de visita un señor de 98 años, jubilado de la mina, que estaba estupendamente de salud". Y todos, sin excepción, se quedan fascinados.

El museo es una reproducción a escala de una romería del año 1954 en El Carbayu. Esta fiesta, la de Nuestra Señora del Buen Suceso, es inseparable de su vida. Fundada por su abuelo, Antón Fernández, "El Pegu", formó parte de su infancia y juventud, y tras la muerte de su abuelo, no tardó en ponerse al frente. A finales de los años sesenta comenzaba, sin saberlo, a fraguar el museo. "Yo empecé como el que está haciendo juguetes", relata. Hacía las piezas en la tená, y el tiempo se le iba, pasaba horas y horas. Fue su mujer, María del Carmen García Sánchez, quien le animó a convertir todo aquello en un museo cuando la colección creció, algo por lo que le estará eternamente agradecido. Gracias a su empeño y al apoyo de su mujer, Lugones cuenta con uno de los museos más singulares de Asturias, fruto del trabajo entusiasta y constante de una sola persona durante cuarenta años. El Pegu no cobra entrada: "No lo hice por dinero sino por el gran amor amor que le tengo a esta fiesta".