A Cabranes no le salen bien las cuentas de los habitantes que residen en el concejo. Como ocurre en otros municipios, no siempre coinciden los números que maneja el Instituto Nacional de Estadística, que cifra en 1.035 los residentes en 2008, con los del padrón municipal, en el que constan 1.062 vecinos. De momento, esa diferencia no supone un problema porque superan los mil. Sí lo tendrían si no llegaran a esa cifra, pues entonces perderían transferencias del Estado, recursos y hasta cambiaría la composición de la corporación municipal, pasando de los nueve concejales actuales a siete. Así lo explica el alcalde de Cabranes, Gerardo Fabián.

El regidor prefiere hacer una lectura más positiva de la situación, pues está entre los tres municipios asturianos que contienen la pérdida de habitantes, subraya. "Lo importante es ver la trayectoria desde el 2000, pues Cabranes mantiene población", valora.

En 2006, los vecinos empezaron a aumentar en el municipio. En esa fecha había 1.086 y al año siguiente pasaron a 1.098, para llegar en 2008 al pico de 1.111, la cifra más alta de los últimos años. En el ejercicio siguiente, el censo quedó en 1.101 y en 2010 pasó a 1.080. En 2011 se mantuvo, pues tenía 1.079 y, al siguiente, bajó a 1.074. En 2013 la población subió a 1.081 vecinos. A partir de entonces, decayó ligeramente hasta los 1.052 del año 2016, pero en 2017 subió a 1.058 y el año pasado quedó en 1.035. Son variaciones mínimas, que permiten que Cabranes siga por encima de la barrera de los mil. En la última década, desde 2008, con su pico de 1.111 habitantes, perdió 76 vecinos, hasta los 1.035. Eso supone casi el 7% en diez años.

Gerardo Fabián destaca que logran contener la pérdida de población a pesar de ser un municipio muy envejecido, en el que la mayoría de los residentes superan los 65 años. Por eso los nuevos vecinos son los que frenan la caída, dado que son más los que mueren que los que nacen.

Es la capital del concejo, Santolaya, la que más residentes atrae por sus servicios, infraestructuras y telecomunicaciones. En cambio, parroquias como Torazu pierden vecinos; aquí, al tener un censo inferior a 200 residentes, se quedarán si mesa electoral porque se fusiona con la del Llano, como ocurrió en su momento con Viñón. También bajan en número de vecinos Pandenes, Graméu y Fresnéu. Esa tendencia la compensa Santolaya, cuyo colegio bate el récord de matrículas desde los años 60, con 32 alumnos.