El concejo de Siero despidió ayer a su hijo adoptivo más ilustre, el exalcalde Juan José Corrales Montequín. La iglesia de San Pedro Apóstol, en Pola de Siero, acogió el funeral, un oficio sencillo, casi íntimo, alejado de la pompa habitual con la que se despide a los antiguos cargos públicos, sin siquiera un cortejo desde el Ayuntamiento. Una mesura probablemente obligada por la pandemia, pero que en todo caso no restó emotividad al oficio, que tuvo algo de reivindicación de la figura de Corrales, especialmente por parte de una vieja guardia del PSOE que considera que el exalcalde no fue bien tratado durante sus años en la política, ni siquiera por su propio partido.

"Fue un excelente alcalde", señalaba Luis Blanco, militante socialista pata negra, que asumió cargos de responsabilidad en diversas ejecutivas, en tiempos de Corrales y después. "Todo lo que hizo por en Siero está ahí", continúa Blanco, "el fenomenal complejo cultural, pagado todo con fondos Feder; las obras de saneamiento; los complejos deportivos en zonas rurales, cada uno con sus particularidades... Pero fue una persona muy maltratada, nunca tuvo un reconocimiento político por todo lo que hizo, ni siquiera desde el partido. Después del accidente, hubo quien quiso que se fuera por la puerta de atrás, pero él supo irse con la cabeza alta".

Blanco se refiere al accidente de tráfico que sufrió Corrales en la madrugada del 12 de febrero de 2010. La historia es conocida. Fiesta de Comadres en Pola de Siero: Corrales, que retornaba a su casa en Lugones conduciendo su coche oficial, sufrió un accidente de circulación en la rotonda de Argüelles. Cuando la Guardia Civil llegó al lugar del accidente, le hizo el control de alcoholemia, y dio positivo. Al día siguiente, Corrales dimitió de su cargo de alcalde de Siero.

Aquella noche de Comadres supuso una mancha que oscureció, en gran medida, los logros de su mandato. Los mismos que ayer se encargaron de reivindicar dirigentes políticos, retirados y en activo, y representantes de colectivos ciudadanos que colaboraron con él.

Fue el caso de Jenaro Soto, presidente de la Sociedad de Festejos de Pola de Siero. "Corrales fue el primer alcalde que vio que las fiestas son un activo para la economía local y para el comercio de Pola de Siero. Recuerdo haber hablado con él de esto, y fue consecuente con esa idea, cuadruplicando las subvenciones y las ayudas a las fiestas del concejo. Era un hombre y un político de palabra", afirmó Soto.

Al funeral acudieron antiguos aliados y rivales políticos, varios alcaldes y exalcaldes, y también representantes de esa misma Federación Socialista Asturiana (FSA) con la que mantuvo, durante toda su carrera, una relación de ida y vuelta, de amor y odio. Juan Cofiño, vicepresidente del Principado, y Gimena Llamedo, diputada autonómica y secretaria de Organización de la FSA, representaron a la dirección autonómica del PSOE en el oficio. También acudieron Noelia Macías, diputada autonómica y secretaria de Coordinación Territorial de Política Municipal de la FSA, y el diputado nacional Roberto García Morís, pero ambos tienen un vínculo personal con Siero: Macías fue concejala en el cuarto concejo antes de dar el salto a la política regional, y Morís fue secretario general de la Agrupación Socialista de Siero durante varios años, incluyendo los últimos del mandato de Corrales, con el que le unía una estrecha amistad. Por parte del PP, acudió la diputada autonómica Beatriz Polledo, aunque precisó que su presencia era de índole personal, toda vez que es polesa, y para dar el pésame a la familia.

"Es una tristeza enorme, tan joven además", lamentaba Juan Cofiño, a la salida del funeral. "Ha trabajado mucho por Siero, se lo reconocen amigos y adversarios. Hizo un trabajo complejo como mandatario público, en un municipio por sí mismo complicado también. Lo sentimos mucho, y lo despedimos entre el cariño de todos, de unos y de otros", añadió.

Gimena Llamedo, por su parte, incidió en que Corrales "fue un alcalde con mayúsculas que supo ver muy bien las posibilidades de este concejo y aprovecharlas. Y habría que destacar esa capacidad para alcanzar acuerdos, porque en definitiva era un hombre dialogante, lo que es muy importante en política".

Ángel García: "Corrales hizo mucho por este concejo, pero no se le trató como él merecía"

Al funeral de Juan José Corrales no faltaron funcionarios que trabajaron estrechamente con él, como los arquitectos municipales, José Benito Díaz Prieto y María José Fernández Fernández, autores de ese complejo cultural de Pola de Siero formado por el Teatro Auditorio, la Casa de Cultura y la Escuela de Música, que el exalcalde siempre situó a la cabeza de los logros de su gobierno.

La representación municipal estaba encabezada por otro estrecho colaborador de Corrales: el actual alcalde, Ángel García. Además de varios concejales de diferentes grupos, acudieron al funeral dos exalcaldes: Eduardo Martínez Llosa, de Foro Asturias (alcalde entre 2012 y 2015) y el popular José Antonio Noval (2010-2011).

Entre ellos, el más afectado era Ángel García, a quien Corrales "reclutó" para la política cuando era el presidente de la comisión de festejos Santa Isabel de Lugones. "Era una buena persona, alegre y simpática. Fue quien me metió en política, el principal responsable de que yo sea hoy alcalde. Pero creo que es alguien que no tuvo suerte y a quien no se trató bien, a quien no se trató como él merecía, porque hizo mucho por este concejo y por sus vecinos. Quizás a partir de ahora se valore más lo que hizo", afirmó García.

Los de Siero no fueron los únicos exalcaldes que participaron en el funeral. César Movilla (exalcalde de Noreña), Javier Parajón (Sariego), Rogelio Pando (Colunga) y Claudio Escobio (Nava), cuyos mandatos coincidieron en algún momento con el de Corrales (alcalde de Siero entre 1999 y 2010), estuvieron presentes, como también el alcalde de Villaviciosa, Alejandro Vega (que gobernaba Cabranes cuando Corrales era regidor en Siero) y Juan Cañal, actual alcalde de Nava, concejo del que Corrales era natural.

"Recuerdo que, siendo él ya alcalde y no estando yo aún en la política activa, coincidimos en un acto de campaña. Él estaba con otras autoridades, pero cuando me vio los dejó y, acercándose a mí, me dijo: 'Juanín, ¿qué tal tus padres?'. Fue algo que me llamó la atención, el que dejase a aquellas autoridades para venir a hablar conmigo, que no era nadie. Pero es porque él sentía muy cerca Nava, la tenía muy presente", recordaba Juan Cañal.

De su labor como alcalde, Alejandro Vega le recuerda como "una persona muy luchadora, que alcanzaba siempre excelentes resultados para su municipio". En lo personal, Vega destaca su complicidad con el concejo de Cabranes, de donde era natural su padre.

"Era buena gente, trabajador y dialogante. Llegaba siempre a donde hiciera falta por su concejo, era un gran político. Y siempre cumplía los acuerdos a los que llegaba", señaló Javier Parajón. "Era una persona afable, un hombre trabajador y eficaz como gestor político", añadía Rogelio Pando.

Así, entre el pesar y el deseo de reivindicar la figura del difunto, discurrió el funeral por el alma de Juan José Corrales. "El que nunca hace es el que nunca se equivoca y el que hace es el que acierta la mayoría de las veces, aunque también se equivoque en algunas", reflexionó, durante su sermón, el párroco de Pola de Siero.

Frente a él, dos banderas tapaban el féretro. Una enseña roja, con la rosa socialista, a los pies. Debajo, asomaban las cinco azucenas del escudo sierense, estampado en la bandera azul del concejo. Sobre el ataúd, había un tercer elemento: una medalla del municipio de Siero, la misma que se impone a los alcaldes durante su toma de posesión.

A la salida del oficio religioso, los asistentes esperaron, en respetuoso silencio, la llegada del féretro. Algunos vecinos alargaban la mano para tocar el féretro en su avance por la calle central de la iglesia. Cuando el ataúd, ya sin las banderas, fue introducido en el coche fúnebre que llevaría a Juan José Corrales a su última morada, en el cementerio parroquial de Nava, la plaza de la Iglesia rompió en un emocionado aplauso en memoria del exalcalde. Era un último gesto de homenaje. Un aplauso preñado de emoción, pesar, agradecimiento, desencanto, cariño, reconocimiento y, también, una pizca de rabia.