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El paragües

Decencia

Don Emilio Lledó, sabio, premio "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades, lamentó que podamos ser gobernados por indecentes e ignorantes. Algunos lamentamos más que seamos nosotros mismos quienes elijamos a esos pelajes para que nos gobiernen. Es una especie de endofagia del sistema democrático, sin duda el menos malo de los posibles. Lo de la ignorancia, y que se creen auditorios en torno a ella, es algo que últimamente está de moda. Estamos hartos de escuchar a personajes y a opinantes dar a luz memeces que, encontrando campos abonados por la desesperación, la pobreza y el infortunio, enraízan y crean un bosque de patrañas que producen obnubilación colectiva. Volviendo a don Emilio, respondió a la pregunta sobre la supresión de la Religión en la enseñanza diciendo, más o menos, que consideraba más grave la supresión de la Filosofía. Algún filósofo, como Nietzsche, ayudó a que la indecencia tuviese sentido, al afirmar que el altruismo, el entregarse a los demás sin esperar nada a cambio, es una justificación de la decadencia personal. La Filosofía es sin duda necesaria para desarrollar el pensamiento crítico, pero la Religión lo es para desarrollar la decencia.

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