Industria cárnica

Las incertidumbres sobre un sector clave en la economía y el empleo en Noreña

Hemos reiterado desde estas páginas que el desarrollo de la industria cárnica durante el siglo XX probablemente haya sido el hecho diferencial de Noreña. No sólo por haber sido el sustento de una actividad económica intensa, sino también como factor de equilibrio social al facilitar el acceso al trabajo de muchas mujeres fuera del hogar.

Al inicio de la década de los años ochenta del siglo pasado, el sector industrial acaparaba la mitad de los empleos en la villa y 30 de cada 100 vecinos tenían relación directa con las empresas cárnicas.

El ingreso de nuestro país en 1986 en la Comunidad Económica Europea supuso la aceptación de la normativa europea en el sector alimentario que obligó a reestructurar las empresas y que dejó en el camino a pymes y trabajadores autónomos.

A pesar de todo, la actividad económica del sector siguió siendo muy importante en nuestro devenir económico diario, aunque hayan continuado los abandonos.

La crisis de los mataderos en 2014 fue otra gran amenaza para el empleo. Más madera para hacer temblar el suelo. Ahora, con la globalización y la crisis energética desencadenada por la guerra en Ucrania, nuevamente resuenan tambores lejanos. Estos días hemos leído en la prensa que esa amenaza global está comprometiendo la viabilidad de las empresas supervivientes en las que siguen trabajando muchos vecinos.

Resaltar el valor de la industria cárnica para Noreña no debe verse como un ejercicio de autocomplacencia en el pasado. Refleja la preocupación creciente por un futuro incierto si no aparecen fuentes alternativas que generen prosperidad.

Contemplado desde la incertidumbre sería triste que en un futuro próximo también se nos pueda aplicar el dicho de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

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