Si Walter White viviera en Mieres, "Breaking Bad" no hubiera pasado de la primera temporada. La Policía Nacional de Mieres tiene en marcha una exitosa campaña de desarticulación de puntos de venta de droga. Desde el pasado mes de junio, el Cuerpo Nacional -que ha contado con colaboración vecinal- ha desarticulado seis puntos negros de venta de estupefacientes. El último "camello" detenido vendía a plena luz del día, en una céntrica parada de autobús de Mieres. Fuera del concejo, también se han llevado a cabo operaciones: como la detención de un hombre, por parte de la Guardia Civil, que tenía plantados 33 kilos de marihuana en un establo en Pola de Lena.
No todos van "a lo grande". "Se nos informó, en la última reunión de Seguridad Ciudadana, de que se había percibido un incremento en el trapicheo por las calles del concejo de Mieres", explicó Arsenio Díaz Marentes, presidente de la Agrupación Vecinal de Mieres, El portavoz afirmó que "nosotros lo pusimos en conocimiento de nuestros asociados, para que colaboren siempre que puedan en medida de lo posible".
Y los resultados llegaron pronto. En junio del año pasado, los agentes ejecutaron la operación "más florida". Fue una investigación que comenzó cuando tuvieron conocimiento de que "en una floristería se podían estar llevando a cabo actividades de tráfico de drogas". Sospechas basadas, según la Policía Nacional, en una clientela que parecía no estar buscando una planta de interior: "Se estableció un dispositivo de vigilancia con el que se confirmó una gran afluencia de jóvenes al local sin ningún interés en las flores", señalaron. Además del "trajín" de chavales en el negocio, señalaron desde el Cuerpo nacional, "se pudo comprobar el fuerte olor que emanaba del local, concretamente de marihuana, por lo que se realizó una inspección para comprobar tales extremos". La operación terminó con la detención del propietario de la floristería.
Más tétrica fue la operación con la que la Policía Nacional cerró el año 2019. A mediados de diciembre, los agentes detuvieron a un traficante que tenía "su base" en el entorno del cementerio de Mieres. La investigación había comenzado en octubre, cuando los agentes tuvieron conocimiento de la existencia de un domicilio donde "de forma habitual se distribuían sustancias estupefacientes a los toxicómanos de Mieres". No era un domicilio al uso: se trataba de una chabola. El punto de venta estaba establecido en la zona de Aguaín y en el paseo fluvial del río San Juan. "Desde allí se repartían sustancias estupefacientes por la zona en bicicleta, abarcando la calle peatonal calle Jerónimo Ibrán, El Polear, la iglesia de San Juan y la senda peatonal del río", explicaron desde la Policía Nacional.
El Cuerpo de seguridad valora muy positivamente las operaciones desarrolladas en los últimos meses. Asegura que continuarán la lucha contra el tráfico minorista de drogas, "dando así respuesta a las quejas vecinales de las zonas afectadas".