Los integrantes del grupo de inspecciones oculares de la Policía Científica sostuvieron ayer en la Audiencia Provincial que Antonio Felipe Román atacó con un cuchillo “contundente” a su yerno sin que aparentemente antes se hubiera producido un forcejeo. De esta forma, los agentes citados como peritos expertos refutaron aparentemente la declaración que realizó el propio acusado el pasado lunes, cuando afirmó que Luis Salazar le había cogido en «volandas» y le tiró «contra el fregadero”, momento en el que vio sobre la encimera de la cocina el cuchillo con el que «pin chó en la barriga» al padre de su nieto. 

La mujer y la hija del acusado, esta última en trámites de separación de la victima en el momento del crimen, estuvieron ayer en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Oviedo, pero se acogieron a su derecho a no declarar: “Es increíble la frialdad con la que actúan”, apuntaron muy afectados los hermanos de Luis Salazar, que recalcaron que ninguna de las dos mujeres se había puestos en contacto con ellos para darles el pésame tras el violento fallecimiento, ocurrido en noviembre de 2019. 

Jornada previa

El juicio contra el mierense que mató a su yerno a puñaladas se ocupó ayer de la problemática relación que mantenían víctima y verdugo. Hasta seis amigos y cinco hermanos del fallecido prestaron declaración en la Audiencia Provincial. Todos ellos describieron el "infierno" que, siempre según la acusación, sufrió Luis Salazar para poder estar con su hijo, que en el momento del crimen aún no había cumplido los dos años. Retrataron a la exmujer y a los abuelos maternos del niño como "malas personas", hasta el punto de que el padre llegó a temer que le hicieran daño al pequeño y, en menor medida, a él mismo: "Le daba pánico que le hicieran daño al niño, pero al final se lo hicieron a él", apuntó María de los Ángeles Salazar, una de las hermanas.

La segunda jornada de la vista oral resultó por momentos angustiosa. Hubo muchas lágrimas y nervios. Los hermanos de Luis Salazar se encontraron por primera vez desde el atroz crimen frente al autor confeso, ejecutor de hasta 25 puñaladas. Dos de las hermanas de la víctima, en especial, se mostraron desgarradas ante el tribunal popular que juzga el caso. Intentaron desahogarse, hasta donde les permitió la linde del procedimiento judicial. "No le dejaban ver al pequeño y desde que nació apenas pudo tocarlo. Estaba desesperado. Le trataron como a un perro", apuntó otra de las hermanas, Begoña.

Si la primera jornada del juicio estuvo marcada por el testimonio del acusado –que alegó que fue atacado por Luis Salazar, antes de propinarle 25 cuchilladas– y por los detalles de la brutal agresión, ayer la vista se centró en el aspecto más humano del caso. En las relaciones personales. Tanto la Fiscalía del Principado de Asturias como la acusación particular sostienen que Juan Antonio Felipe Román decidió terminar con la vida de su yerno, con el que su hija se encontraba en trámites de divorcio, "a sabiendas de la mala relación que existía entre ambos". El acusado tomó esta determinación, dice el fiscal, "con el propósito de intentar impedir a toda costa que la víctima pasara el fin de semana con el hijo de la pareja", su nieto, tal y como había establecido el Juzgado de Mieres, que atribuyó la guarda y custodia del menor a la madre y el derecho de visita del padre los fines de semana alternos de cada mes, con pernocta desde el viernes por la tarde hasta el lunes por la mañana. "Ante la idea de que la víctima pudiera hacer uso de este derecho de visitas por primera vez ese mismo fin de semana, el acusado decidió matarlo", argumenta la acusación.