La revista internacional "Molecular Oncology" ha publicado un estudio en el que se identifican distintas proteínas cuyo papel podría ser fundamental en el avance del "glioblastoma multiforme", un tipo de tumor cerebral, en concreto, en el agresivo subtipo mesenquimal. Esta investigación ha sido realizada por el grupo de Epigenética del Cáncer y Nanomedicina, el cual se encuentra en el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA) y vinculado al Centro de Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología de El Entrego, en San Martín del Rey Aurelio, el IUOPA (Instituto Universitario de Oncología del Principado). El equipo ha estado coordinado por los investigadores Agustín Fernández Fernández y Mario Fernández Fraga, ambos del centro de investigación de El Entrego.
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El glioblastoma es un tumor agresivo que se origina en el sistema nervioso central, con una tasa de supervivencia muy baja, debido principalmente al rápido crecimiento y avance de la enfermedad y a la ausencia de tratamientos médicos efectivos contra el mismo. En este sentido, en los últimos años se han realizado "grandes avances a la hora de abordar el estudio del cáncer mediante la incorporación de técnicas moleculares para el diagnóstico y clasificación de pacientes oncológicos". Más recientemente se han comenzado a aplicar tecnologías de amplia resolución, –llamadas tecnologías ómicas–, que según indican los investigadores "permiten estudiar desde una perspectiva global y con un alto grado de detalle las diferencias intrínsecas existentes entre pacientes que tienen el mismo tipo de tumor, lo que en el caso del glioblastoma ha permitido diagnosticar a pacientes en distintos subtipos, proneural, mesenquimal y clásico, que exhiben un distinto comportamiento y agresividad en su avance".
Tratamientos personalizados
Por medio de este estudio, “buscamos realizar un enfoque integrativo, donde investigamos las diferencias que existen entre los distintos subtipos tumorales analizando las distintas capas de complejidad de la información celular, como son los patrones de metilación (modificación epigenética) del ADN y de expresión génica”, explica Pablo Santamarina Ojeda, primer firmante del estudio. Por otro lado, su colega Juan Ramón Tejedor, co-primer firmante del trabajo apunta que “este enfoque nos ha permitido encontrar cómo distintas proteínas parecen tener un papel importante en el desarrollo del subtipo mesenquimal, por lo que podrían ser utilizadas como dianas terapéuticas en tratamientos personalizadas con pacientes que padecen este tipo de tumor.” En concreto, mediante el estudio de la metilación del ADN, los investigadores buscan “huellas” o “trazos” entre los distintos subtipos que les permitan identificar qué proteínas puedan estar activando rutas de señalización indispensables para el crecimiento tumoral.
En esta línea, Mario Fernández Fraga, profesor de investigación del CSIC en el CINN y coordinador del estudio afirma que “la metodología utilizada en este estudio puede ser aplicada a distintas enfermedades de las cuales no conozcamos su etiología o cómo se encuentran dirigidas. De este modo, esto nos abre la puerta para estudiar en más detalle no sólo la segregación de los tumores en distintos subtipos, mejorando así el manejo de la enfermedad, sino la búsqueda de potenciales dianas terapéuticas que nos permita diseñar un tratamiento más eficaz”. Su compañero , Agustín Fernández Fernández, científico titular del CSIC, añade que “es un paso adelante, pero debemos ser precavidos. A pesar de haber comprobado in vitro el efecto de la inhibición de estos factores en un modelo de estudio sofisticado utilizando células derivadas de distintos subtipos de glioblastoma, es necesario continuar con la investigación y ampliar el estudio hacia modelos in vivo más complejos, en los cuales sabremos el futuro potencial de las terapias dirigidas contra estas proteínas”.
Esta investigación ha podido llevarse a cabo con la financiación del Gobierno del Principado de Asturias a través de los programas GRUPIN; de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC); del CSIC, por medio de la Plataforma de Salud Global; del Ministerio de Ciencia e Innovación gracias a su programa de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y al Instituto de Salud Carlos III por la subvención de los distintos proyectos FIS. Además, los investigadores que han participado en este estudio son financiados a través de distintas entidades como el IUOPA, CSIC e ISPA.