Lito el de la Rebollá, el inolvidable comunista amigo del Padre Ángel que hacía parar Fábrica de Mieres durante el franquismo

Vecinos y allegados de Manuel Álvarez Ferrera, fallecido hace 10 años, piden que la sociedad no descuide a quienes sufrieron por conquistar las libertades

Vecinos de La Rebollada, junto al monumento que recuerda a Lito Ferrera

Vecinos de La Rebollada, junto al monumento que recuerda a Lito Ferrera / David Montañés

Fábrica de Mieres fue un coloso minerosiderúrgico que llegó a dar empleo a unas 7.000 personas, casi la mitad integradas en la plantilla de la descomunal factoría proyectada en 1879 por el empresario francés Numa Guilhou. El gigante se evaporó como si nada a principios de los setenta: como recuerdo no queda en pie ni un almacén. El descuido de Mieres con uno de los pilares de su historia ha ido acompañado de la desatención también a historias humanas cargadas de un honesto heroísmo. En un mundo donde personalidades con almas inconquistables con Nelson Mandela o Martin Luther King  han conseguido un reconocimiento casi unánime, entre los rescoldos del legado siderúrgico asturiano ha quedado casi extinta la luz de grandes luchadores por las libertades y derechos humanos.

El próximo jueves 2 de noviembre se cumplen diez años del fallecimiento de Manuel Álvarez Ferrera, conocido como "Lito el de la Rebollá". Este histórico comunista luchó contra el franquismo y realizó labores sindicales, primero en Fábrica de Mieres y luego en Ensidesa. Junto a compañeros como Genaro Palacios o Ramiro Rivas, este pequeño grupo de tempranos sindicalistas logró en los años duros de la dictadura franquista hacer parar a 4.000 obreros en defensa de unas mínimas garantías laborales. Lo hicieron a un alto coste, sufriendo insoportables torturas y largas encarcelaciones. "Lito el de la Rebollá" nunca se dejó doblegar, aun a costa de las secuelas físicas y emocionales que ello le supuso. Es sin duda unos de los más significativos irreductibles héroes que la historia de Mieres ha relegado a una nota a pie de página.

“Lito nunca quiso protagonismo, le gustaba estar en la retaguardia. Él mismo decía que las hostias se las iban a dar igual”, señala Sabino García, vecino de La Rebollada y amigo del desaparecido comunista mierense. “Aunque no lo decía abiertamente, durante sus últimos años de vida se le notaba algo molesto debido a que percibía que la sociedad asturiana no reconocía el sufrimiento de quienes lucharon por las libertades”, apunta García.

Manuel Alvarez Ferrera.

Manuel Alvarez Ferrera. / LNE

“Los sacrificios de la gente humilde por lo general sirven de poco. La sociedad no tiene memoria y nos olvidamos de quienes lo dieron todo por lograr las libertades y derechos que ahora disfrutados muchas veces a la ligera” . David Álvarez Fuentes es hijo de “Lito”. Este ingeniero asentado en Gijón, ciudad que acogió a la familia tras pasar Fábrica de Mieres a quedar englobada en Ensidesa, no siente tanto que las renuncias, generosidad y privaciones de su padre hayan sido en parte desdeñadas, como que se haya dilapidado una herencia ética y moral esencial para poder construir una sociedad más justa e igualitaria. “Mi padre nunca quiso reconocimientos, no le gustaban, pero sería bueno hacer pedagogía de cómo se consigue la libertad y luego se ejerce. Todos deberíamos reflexionar para entender que las cosas no son gratis”.

Lito Ferrera tuvo ciertamente que pagar un alto precio por su compromiso social. Nació en La Rebollada en 1936, el año del comienzo de la Guerra Civil. Tras su paso por la escuela pública del pueblo, estudió con los hermanos de La Salle. En su infancia hizo gran amistad con el Ángel Rodríguez, más tarde conocido como el "padre Ángel", fundador de Mensajeros de la Paz. Sus madres eran muy amigas. El religioso estuvo presente en el homenaje que se tributó en La Rebollada al sindicalista unos meses después de su muerte. En su pueblo hay una pequeña placa que lo recuerda. Nunca pidió más, pese a que tuvo derecho a ello. “Aquí, en el pueblo, lo tenemos muy presente, pero si preguntas ahora en Mieres quien fue Lito el de la Rebollá pocos te sabrían contestar. Es una pena”, apunta Miguel Ángel Martín, presidente de la asociación de vecinos.

Manuel Álvarez sufrió las secuelas físicas de su lucha, que tantas estancias en la cárcel motivó. Su rectitud le llevó a rechazar las 690.000 pesetas que le ofreció el Principado como indemnización por la represión sufrida durante el franquismo. "No quiero el dinero. Me vale con un plaquina en La Rebollada, que si quieren se la hago yo, en la que se reconozca lo que luchamos por la clase obrera cuatro amigos y yo", decía. Al final hay un rótulo, pero tal vez algo más arrinconado de lo que debería.

Su activismo social brotó de la defensa de los derechos laborales. Estuvo ligado a la siderurgia durante treinta y siete años. Primero en Fábrica de Mieres, donde registró ausencias al centro de trabajo por detenciones por razones políticas -la más larga durante cinco años-; y luego en Gijón, en Uninsa y Ensidesa, en la que se jubiló por enfermedad en 1990.

Aunque otros sectores industriales han reclamado el hito, en Fábrica de Mieres siempre se sostuvo que la factoría fue la primera en ver activas a las comisiones obreras, germen del actual sindicato. Los veteranos aseguran que “Lito” fue uno de los cabecillas de estos espontáneos brotes de actividad sindical que se convocaban y desaparecían en cuestión de horas para sortear la persecución del régimen franquistas. En Fábrica de Mieres se han constatado procesos de este tipo desde 1955. A sus promotores les salió caro.

Lito comenzó muy joven a trabajar en Fábrica de Mieres. Tenía apenas 17 años, "en aquel momento no era comunista ni pertenecía al sindicato. Simplemente, era el delegado de Mieres de las Juventudes Obreras Cristianas (JOC)", contaba en 1994 en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA. Allí, debido a su actividad reivindicativa, fue despedido y vuelto a admitir en varias ocasiones. Pronto tomó contacto con emisarios del Partido Comunista, muchos enviados desde París. En más de una ocasión llenó la factoría de proclamas contra Franco.

Manuel Álvarez se cuidó de formarse intelectualmente y el Partido Comunista invirtió en él, facilitándole viajes a Rusia, donde estudió sociología y se instruyó en las ideas marxistas. Su despejada cabeza le permitió ser parte activa de la reorganización clandestina del comité local del Partido Comunista en Mieres. Asimismo, participó en los orígenes clandestinos de Comisiones Obreras (CC OO). Con 19 años ya había sido detenido. Fue solo la primera de un rosario de detenciones y encarcelamientos. Defensor de la cultura y la educación, ayudó a estudiar a otros compañeros con los que coincidía en la cárcel.

Conoció varios calabozos y su militancia activa lo llevó al exilio, recorriendo el continente europeo con la denuncia del régimen franquista. Llegó a emitir desde Radio España Independiente ("la Pirenaica"). En su periplo por Europa, coincidió con grandes personajes de la cultura. Pablo Neruda, Bertrand Russell, Nicolás Guillén y Jean-Paul Sartre, entre otros. Una foto con muchos rostros conocidos mundialmente, en la que la cabeza de "Lito el de la Rebollá" asoma por el fondo, da testimonio de aquellos contactos.

Imagen en la que se puede ver a Manuel Ferrera, octavo por la derecha, junto a prsonalidades como Pablo Neruda,  Jean Paul Sastre,  Miguel Angel Asturias,  Illye Eirenburg o  Genoveva Foret.

Imagen en la que se puede ver a Manuel Ferrera, octavo por la derecha, junto a prsonalidades como Pablo Neruda, Jean Paul Sastre, Miguel Angel Asturias, Illye Eirenburg o Genoveva Foret. / LNE

En la huelga minera de 1962, la actuación de Lito fue fundamental para que Fábrica de Mieres se sumase al paro. No había cumplido aún los 30 años y ya era un referente de la lucha obrera. El precio lo pagó con sangre. Claudio Ramos era por entonces el policía más temido por la dureza de sus interrogatorios. Lito sufrió tanto en Mieres como fuera de la región todo tipo de torturas, sin dejarse jamás doblegar. El citado Claudio Ramos fue destinado en 1972 como comisario a San Sebastián. Allí aplicó a los etarras de ETA las técnicas de interrogatorio que había desarrollado con escaso éxito en las Cuencas. Según relató el escritor José Ramón Gómez Fouz, lo que no consiguió con los Gutiérrez Solís o Lito Ferreras, lo logró con los etarras , quedando sorprendido con lo rápido de “cantaban” en comparación con los comunistas asturianos.

"Lito el de la Rebollá" cuenta con una pequeña “plaquina” en su pueblo. Nunca pidió más, aunque tal vez él y otros muchos merecían un mayor reconocimiento. Él fue de los últimos en abandonar Fábrica de Mieres, no sin antes asegurarse que sus compañeros fueran trasladados a Gijón y Avilés en una condiciones casi inmejorables. Lo que no pudo evitar fue la caída de aquel gigante metalúrgico. El municipio no calibró bien en aquel momento el tremendo golpe que acababa de recibir. Fue el inicio de un repliegue industrial que dos décadas más tarde tendría su continuidad con el cierre de las explotaciones de carbón. Lito, aun con respeto, fue en sus años postreros crítico con el sindicalismo que lo sucedió, aunque esa es otra historia. 

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