Hace un par de semanas, LA NUEVA ESPAÑA recogía la singular noticia de que unos jóvenes asturianos habían logrado confeccionar un proyecto de motocicleta que levantaba el vuelo sobre la corteza terrestre cosa de metro y medio. Feliz conquista que merece no sólo todos los respetos, sino también amplias felicitaciones.

Pero, sin menosprecio de esa logro tecnológico, cabe decir que con anterioridad, al menos alrededor de unos treinta años, el "madreñogiro" de Pinín, que de Telva y Pinón ye sobrín, todos ellos obra del genial Alfonso Iglesias -el inolvidable creador de estos personajes de las universales aventuras de Pinín y otros muchos inventos e historias que quedaron para la posteridad- también salió disparado hacia las alturas, materializando así la idea de su creador. Hasta el punto de que, el invento, puesto a prueba ante el propio Alfonso en uno de los ensayos, hizo que el gran creador de tantas y tantas maravillosas historietas, sintiera la emoción de contemplar la materialización del artilugio que él había puesto al servicio de su joven y viajero personaje para "recorrer" por el aire tantas rutas que surcaron los cinco continentes del globo terráqueo. Esto es tan cierto como que el que suscribe tuvo la oportunidad de contemplarlo in situ y en compañía de sus principales protagonistas.

Sin embargo, ¿qué relación puede tener toda esta epopeya con el espacio "Desde mi Mieres del Camino"? Camino se hace al andar? dijo el poeta. Y Alfonso Iglesias, en su larga andadura, le llevó la contraria, "haciendo un alto en el camino", precisamente en Mieres. Aquí cortejó, se casó y mantuvo contacto de amistad con un buen puñado de habitantes de este pueblo, entre ellos, y de una forma entrañable, con el recordado compañero de las tareas informativas de esta villa, Luis Estévez Llaneza "Cholo". Tras el matrimonio, partió para Oviedo donde estableció su primer domicilio de casado.

Y metidos ya en el meollo de la cuestión, hora es de dejar constancia de que tanto la fama de Alfonso Iglesias como su larga huella de dibujante y fabulador de hermosas historias, cayó en manos de un leonés de Trobajo, el que entonces era profesor de la academia básica del aire en la Virgen del Camino e inspector de vuelo, José María Mateos. Entonces joven, de poco más de treinta años, hoy ya jubilado con más de cuarenta al servicio de la aviación, padre de Roberto, ingeniero aeronáutico, campeón de España de aeromodelismo.

Pues bien, José María Mateos, con toda una buena carga de ilusión y decisión, se convirtió, de principio, en impulsor y creador de la Escuela de Aeromodelismo de Chozas de Abajo, la primera que veía la luz en el norte de España. Hoy está en pleno proceso de recuperación. Allí situó sus primeros ultraligeros que cruzaban el azul del cielo leonés en agradables y apasionados vuelos de recreo para los turistas. Y allí le nació también la idea de convertir en realidad el "invento" que Alfonso Iglesias se había sacado de su inagotable imaginación para que el inolvidable Pinín, "que de Pinón ye sobrín" surcase cualquier horizonte en busca de una y mil aventuras en las que solía dejar marca de la casa en su afán de desfacer entuertos.

El madreñogiro voló, a una altura respetable, como un ejemplo vivo y realista de aeromodelismo, pero con el santo y seña de cómo lo había concebido Alfonso Iglesias, es decir, respetando la idiosincrasia de su forma madreñera y el peculiar estilo del duro calzado asturiano.

A la puesta de largo de este hecho histórico, sin duda alguna, fue invitado el propio creador de tan entrañables personajes, aquellos Telva, Pinón y Pinín, que dignificaban, con sus estilos e historias, la condición de un pueblo como el asturiano. Y los presentes en el acto pudieron comprobar la sensibilidad de un hombre, todo bondad, amabilidad y por supuesto, talante artístico a raudales, traducido todo ello a unos sinceros momentos de emoción al comprobar que un simple detalle de su inmensa obra creativa, pequeña pero expansiva y hasta vital muestra de uno de los ejes de la gran historia traducida y convertida en historieta -Pinín necesitaba un medio de transporte (mejor y más rápido por el aire), para buscar nuevos horizontes- se había materializado y surcaba el horizonte leonés con la lógica facilidad de la propia fábula.

El tiempo ha ido transcurriendo y los lances de esta nuestra vida suelen ir, poco a poco, difuminando, lo que un día fue realidad determinante. Parece ser que eso ocurrió con el madreñogiro de Pinín que voló en León. Afortunadamente quedan testimonios vivos, en la propia palabra de su constructor José María Mateos, o en los reflejos gráficos que han sido posibles reunir. Nada digamos de la vida y milagros -en forma de gigantesca obra artístico-literaria- del gran Alfonso Iglesias, cuyo recuerdo para las generaciones venideras ha quedado plasmado en varias localidades asturianas, partiendo de Navia, su cuna nacimiento. No así en Mieres del Camino, donde, según testimonio fehacientes, recaló por arte de noviazgo, se casó, para trasladarse posteriormente a Oviedo. Al pie del puente de La Perra, donde existía un pequeño grupo de viviendas, se encontró con una bella mierense, que había conocido en la capital asturiana, donde ella, cursaba estudios de magisterio. Y en Mieres se casó con Celestina García Espina, "Tina" para los amigos, de quien el propio Alfonso dijo, según deja constancia el redactor jefe de este periódico, Javier Cuervo, en su semblanza "Cronica Sentimental de Asturias", "pese a mi timidez, mi facha un tanto desgarbada y mi profesión no muy bien remunerada de dibujante, tuve la suerte de casarme con una de las mujeres más guapas, digamos de Asturias, por no decir de España y del extranjero?".