Opinión

Totum revolutum

No deberíamos hablar cada uno de nosotros con el lenguaje que nos dé la gana

Es un simple recuerdo de la etapa de estudiante de primero de bachiller y una de las asignaturas de latín. Han pasado muchos años, je je, nada menos que setenta. Más hoy, echando una ojeada a la prensa escrita, así como a nuestros telediarios, solo nos inunda nuestra mente la política y, ¿cómo? Pues eso, en castellano, "todo revuelto" y en asturiano "todo mecio". Está claro y usted lo entiende.

Lo malo es que alguien nos está obligando hablar diferentes lenguajes y en las Cortes ya existen traductores para que todos los diputados y senadores entiendan. A Dios gracias, cuando un catalán habla en televisión, el canal correspondiente nos traduce al pie de la pantalla el texto a nuestro oficial idioma, porque si no no nos enteraríamos de nada.

El empeño, por ejemplo, de Puigdemont de hablar en cualquier idioma europeo, menos el original suyo que es…, usted lo sabe. Yo no. Les cuento. Hace unos días estuve leyendo "Patria", de Aranguren, donde el autor frecuenta palabras en vasco. Algunas, dentro de su contexto, me ha resultado fácil el entender su significado, pero algunas otras no. Pero es curioso que el propio Aranguren, al final de la magnífica novela, pone un pequeño diccionario vasco-español. Yo me dije: "Qué pena no haberlo puesto al inicio, quizás como prólogo, y así me hubiese enterado al comenzar a leerla".

Persisto en que no deberíamos hablar cada uno de nosotros con el lenguaje que nos diese la gana, acordándonos de lo que ocurrió con la Torre de Babel.

Suscríbete para seguir leyendo