Opinión | Dando la lata

Conservación

Seguimos sin aprovechar esa pequeña joya llamada Bustiello. Ni el chalet de los Figaredo. Ni la Casa Duró. Ni otras, escasas, piezas históricas valiosas.

La irrupción de la minería y la metalurgia en nuestro concejo se llevó por delante la mayor parte de la historia y la tradición arquitectónica y urbanística, aplastadas por el peso de las necesidades sobrevenidas. Incluso en el entorno rural hallamos ejemplos de edificaciones impropias de lugares así, consecuencia de los requerimientos de vivienda que conllevó la avalancha de trabajadores venidos a pelearse con el carbón y el hierro.

Las prisas y la falta de sensibilidad hirieron de muerte los enclaves que dieron origen a Mieres, como La Villa y Requejo, y en poco tiempo el afán industrializador nos llevó a crecer atropelladamente, matando, de paso, el amor por la preservación del pasado. Casi nada quedó en pie de los asentamientos primitivos y mucho se ha destruido de los mejores ejemplos de finales del siglo XIX y principios del XX. Y lo poco que aún resiste no es tratado con el respeto y cariño que merece.

Somos un pueblo más partidario de la piqueta que de la conservación. Los europeos del norte, tras la destrucción producida por las guerras mundiales, reconstruyeron sus poblaciones piedra a piedra, adoquín a adoquín, teja a teja, procurando rescatar de los escombros siglos de historia. Nosotros optamos por derribar el pasado y correr hacia el futuro sin mirar hacia atrás. Tan es así que, si se dan cuenta, la historia que aún circula por aquí llega hasta la etapa final de la minería, como si nunca hubiera existido un Mieres preindustrial, agrícola y ganadero, un Mieres ilustrado o un Mieres plurinacional.

Hoy, en el presente Mieres menguante y cada día más deshabitado (algo ya claramente perceptible en las calles), es una pena que continuemos sin aprender a apreciar el valor del pasado, del pasado completo. Quién sabe; quizá en él encontraríamos explicación y luz que nos ayude a localizar la senda hacia el futuro, una ruta que no acabamos de descubrir.

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