Goyo Rodríguez (Burgos, 1975) es diseñador e ilustrador. Últimamente, más lo segundo que lo primero. Recientemente, ha recibido dos destacadas distinciones por las ilustraciones para la adaptación de "Moby Dick" editada por Anaya en su colección "Clásicos a medida": el Silver European Design Award 2020 y el premio a la mejor ilustración de "Anuaria", los galardones del diseño gráfico español. También acaba de publicar "Casas" (Ed. Onada), un libro con su particular visión del confinamiento. Rodríguez vino a trabajar a Gijón, junto a otros compañeros de la carrera, y al final se casó y se quedó a vivir en la tierra de su abuela paterna. Reside en Candás. En Asturias conoció a dos ilustradores que admira, dos Pablos, Pablo Amargo y Pablo García, el dibujante e ilustrador de LA NUEVA ESPAÑA.

Goyo Rodríguez (ilustrador) Muel de Dios

El buscador de pausas

-Lo que yo busco es una pequeña pausa. Cuando alguien vea una imagen hecha por mí, que pare y se pregunte: ¿pero qué es esto? Y caiga en la cuenta: ¡ah!

Perdonen por la explicación intensita, pero las imágenes que crea Goyo Rodríguez en su blog "Conceptraciones" tienen dos y tres niveles de lectura, por eso al contemplar estos resúmenes visuales que hace de la actualidad sobreviene la pausa: es el cerebro, que está quitándole las capas a lo que ve para llegar al último significado. Ejemplo, en ese diario visual digital colgó el pasado 8M, Día Internacional de la Mujer, la imagen de tres zapatos de tacón de aguja que, convenientemente girados, parecían pájaros carpinteros que insistían, insistían e insistían en hacer un agujero de color morado. Debajo se leía: "¡Continúa!". Pausa, ah: aún hay que seguir dándole hasta ahuecar el tronco del machismo. Échenle un ojo a ese blog, encontrarán muchas pausas para pensar sobre el mundo y ver cómo se usa el lápiz como un bisturí. Porque si hay algo que Goyo aborrece es la ilustración "cuqui".

Goyo es un tipo que envuelve su talento en amabilidad, pero tiene un potente cerebro sintetizador que, como en la foto de Muel, nació a un lápiz pegado. Empezó diseñando sus propios cuadernos de clase, donde copiaba limpísimamente las ilustraciones que tenían aquellos legendarios libros de Senda en EGB, y acabó convirtiéndose en uno de los más prolíficos ilustradores de libros escolares de España. Lleva más de 120 firmados. Miles de alumnos de todo el país tienen a este creador, sin saberlo, ilustrando la película de su infancia.