Carmela Romero, gijonesa, y Carlos Mesa, ovetense, son actores y matrimonio. Por primera vez, comparten escenario en "¡Ay, Carmela!", producción propia a partir de la conocida pieza teatral de José Sanchis Sinisterra que llevó con éxito a la gran pantalla Carlos Saura, con Carmen Maura y Andrés Pajares como protagonistas. La producción de Romero y Mesa, estrenada en octubre pasado, podrá volver a verse el próximo día 17 en el teatro Jovellanos de Gijón. Unieron sus vidas hace cuatro años. Pero ya de antes acumulaban una importante carrera teatral. Carlos Mesa pasó por "Margen", "después de que Lobato me fichara en un semáforo", y se hizo muy conocido gracias a la televisión autonómica. Carmela Romero fue nominada como actriz revelación en 2016 por la Unión de Actores por su papel de Adelina en la versión teatral de "Carne de gallina", dirigida por Maxi Rodríguez.

Carmela Romero y Carlos Mesa Muel de Dios

Ay, Carlos y ay, Carmela

Hace un año, veían clarísimo que era el momento de volver a representar "¡Ay, Carmela!", la obra de José Sanchis Sinisterra. Con el auge de los "voxeadores" de la extrema derecha, había que ir avisando a la gente, porque igual nos veíamos de nuevo en bretes parecidos a los que encaran los cómicos republicanos protagonistas de esta aclamada pieza teatral, Carmela y Paulino, que durante la Guerra Civil caen en el bando franquista y ya adivinan que les va a cortar la risa, a ellos y a todos los españoles, para los próximos 40 años.

Pero en estas llegó el coronavirus y Carlos y Carmela se quedaron un poco así como los retrata Muel: con la brocha en la mano (Carlos), pero la ilusión por estrenar siempre por bandera (Carmela). Entonces el texto de Sinisterra adquirió un subtexto añadido, pues la tragicomedia de Carmela y Paulino -que finalmente Carmela y Carlos pudieron estrenar en octubre pasado- se convirtió también en la triste historia de las penalidades económicas de todos los cómicos de este país de teatros cerrados por la pandemia. Carlos y Carmela habían pedido un crédito para afrontar la producción y ahora, con una niña de 2 años, tienen un patio de butacas lleno de incertidumbres.

Pero ahí siguen. Como en la obra, Carlos y Carmela se tienen el uno al otro. Él es neurótico, histrión, hipocondriaco, la bomba. Ella, cuadriculada, infatigable, incansable. Curiosamente, en muchos aspectos, son justo al revés de los personajes que encarnan en "Ay, Carmela", esa obra donde la vida y el arte y la pandemia y se entremezclaron.